Nuestra experiencia sobre el Cohousing

¡Por fin!, comienza a conocerse cada vez más que existe el cohousing o vivienda colaborativa. Cada vez más personas se interesan y pueden acceder a información acerca de este nuevo concepto, bastante alejado del tradicional modo de cuidado de las personas mayores, por cierto. Según yo lo veo, se trata de la primera vez que algunos grupos de personas mayores, a diferencia de sus predecesoras, deciden –siendo conscientes de su realidad-, tomar las riendas de su propia vida e implicarse en el cuidado de sí mismas, eligiendo la forma y los espacios que necesitan para poder hacerlo, y… -disculpadme, pero necesito volverlo a repetir-, siendo conscientes de su realidad y visto lo visto, no se esperan a que otros lo hagan por ellas. 

A mis 72 años mi entusiasmo por lo que podría significar este tipo de proyecto, en calidad de vida y salud, me ha llevado incluso a proponerles a los vecinos de la finca donde vivo que lo llevemos a cabo juntos. Lo que os vamos a contar tiene que ver con nuestra experiencia… por el momento. Desde hace 40 años vivimos en una especie de manzana -con una amplia plaza interior donde reunirnos-, que construimos en régimen de Cooperativa. También podríamos disponer de otros espacios donde crear servicios comunes si utilizáramos algunos bajos que pertenecen a la comunidad y que todavía están vacíos. Total, que no necesitamos construir el edificio, lo cual suele costar una media de 7 a 10 años. ¡Qué maravilla!, podría pensarse. Pues sí, claro, no cabe duda, PERO no tanto.

Y aquí pretendo entrar en ese aspecto del cohousing que más me interesa elaborar. Un aspecto que se ha desarrollado, a mi parecer menos, cuando se habla de cohousing y que tiene muchísimo que ver, o incluso más, con la calidad de vida que se persigue. En los proyectos al uso se toca, es cierto, pero me atrevo a plantear que no con la profundidad y amplitud que se merece. Dicho de otro modo, un elemento fundamental de un proyecto cohousing es la obtención de los terrenos, la construcción de las viviendas y espacios comunes. Otro, incluso más fundamental para mi, el tipo de relación que es necesario crear entre aquellos que van a vivir o trabajar allí. Y, ya que tenemos la oportunidad de contribuir a crear este nuevo concepto -cohousing o vivienda colaborativa-, acerca de cómo queremos vivir en esta nueva etapa de nuestras vidas, creo que valdría la pena tratar de ser lo más ambiciosas posible, y más sabiendo como sabemos que estaremos más mayores y vulnerables.

Me refiero a revisar y tener en cuenta un nuevo concepto todavía más desconocido y al que le está costando más entrar en nuestra cultura incluso que al de cohousing: el concepto de realidad relacional. Es cierto que en el cohousing los espacios y la puesta en marcha del proyecto, se diseñan para favorecer las relaciones entre sus participantes, para potenciar la solidaridad, la empatía, el respeto, el cuidado y el sentimiento de comunidad. No obstante, creo que se espera que lo sabremos hacer basándonos en nuestros viejos recursos relacionales, aquellos aprendidos en la sociedad donde hemos crecido. Esos, por cierto, en los que se basan las formas relacionales o trato que se está dando a las personas mayores en estos momentos, y no solo en las residencias. Visto lo visto pues, quizás convendría aprovechar la oportunidad que nos da la creación del cohousing para reflexionar, profundizar y replantearnos el tema de la realidad relacional como un paso necesario a la hora de poder realizar un proyecto cohousing.

Cohousing

No resulta fácil por lo novedoso. Según Charlene Spretnak (2011) en su libro Relational Reality New Discoveries of Interrelatedness that Are Transforming the Modern World: “Nuestras sociedades hipermodernas actuales poseen solamente una comprensión de parvulillos sobre la profunda naturaleza relacional de la realidad… la realidad es mucho más relacional y dinámica de lo que los diferentes expertos pensaban… hoy se está comenzando a ver el profundo significado que la dimensión relacional tiene para la vida y para los modos como la vivimos… no se trata de una cuestión acerca de tener relaciones sino de que somos relaciones… cada uno de nosotros somos una constelación de relaciones vitales dentro de nuestro cuerpo-mente y más allá de ellos… el Cambio Relacional constituye el antídoto para todos esos supuestos de la modernidad que han resultado ser erróneos… aún así, llevar a cabo cambios aislados aquí y allá, incluso algunos de mayor amplitud, no está siendo suficiente para poder evitar con éxito la escala completa de catástrofes actuales, a menos que aprendamos a manejar una forma diferente de pensar sobre lo que significa ser seres humanos en esta Tierra que esté mucho más enraizada en la Realidad: que la naturaleza es relacional, esa es la realidad. Que una característica de la vida y la naturaleza es su esencia relacional”.

Como habréis podido comprobar se trata de una gran ambición y un gran proyecto, o eso es lo que no nos ha quedado más remedio que plantearnos -dadas nuestra realidad y nuestras limitaciones-, a nosotras, el pequeño grupo de vecinas que sí hemos mostrado interés por llevarlo a cabo. El hecho real del que partimos es que muchos de los vecinos somos ya muy mayores, calculamos que la media de edad estará sobre los 74-75 años. Una buena parte ya están ahora ocupados en cuidar de sí mismos utilizando los viejos recursos ya conocidos: sobreesfuerzo por parte de las familias hasta llegar al agotamiento, pagar para que alguien los cuide manteniéndolos en sus propias casas o llevándolos a residencias. A algunos los nuevos recursos que se les propone desde el cohousing les suenan extraños. A otros les parece una tarea ímproba eso de tratar de poner de acuerdo a un vecindario tan amplio y diverso. Dicho de otro modo, disponemos de los espacios físicos, pero carecemos del otro aspecto fundamental en el que se basa el cohousing: el deseo de crear otro tipo de relaciones más solidarias que nos permitan lograr ese objetivo, algo que algunos denominarían la “realidad relacional”. Y en eso estamos nuestro grupito, en construir esa realidad relacional, como un paso necesario para poder llevar a cabo nuestro proyecto cohousing, con aquellos -de entre el conjunto total de vecinos-, que también estén interesados.

Por ahora nos reunimos todos los martes el pequeño grupo de mujeres interesadas. Hasta nuestra jubilación todas hemos estado tan ocupadísimas con nuestros trabajos y cuidados de la familia que no habíamos tenido la oportunidad casi ni de conocernos. Ahora queremos conocernos y crear unas relaciones de apoyo entre nosotras. Una forma de hacerlo es tratar de llevar a cabo nuestro proyecto de vivienda colaborativa cuidando, con especial interés, el hecho de aprender a crear ese tipo especial de relación que nos permita cuidarnos unas a otras, mantenernos activas e ilusionadas, librarnos del aislamiento y sobretodo, disfrutar y pasarlo bien a lo largo del proceso. 

Conviene reconocer que no pretendemos conseguir ningún proyecto cohousing concreto, ninguno que siga necesariamente una fórmula ya establecida al menos. Más bien nos proponemos ir dándole forma poco a poco, adaptándonos a como vayan evolucionando nuestras necesidades y nuestros recursos. Pero eso sí, mientras lo hacemos tenemos claro que el foco de nuestra atención se centra en crear y desarrollar conscientemente aquellos aspectos relacionales que reconocemos como esenciales: cuidados, apoyo, respeto, ayuda mutua, actividades comunes y compartir servicios o mini servicios entre otros.

Y ya para terminar, aquí van unos pocos comentarios sobre lo que está suponiendo esta experiencia para algunas de nosotras.

Christine: El Cohousing de nuestra finca avanza muy despacito (en parte por el COVID) Pero lo positivo es el grupo que hemos creado. Somos unas pocas jubiladas con ganas de hacer cosas. Intercambiamos nuestras ideas y experiencias y procuramos mover las cosas.

María José: ¿Qué ha significado la experiencia de Cohousing para mí? Bueno, la pregunta sería doble: ¿Qué nos puede dar este intento para un futuro más o menos próximo? Y la segunda, ¿Qué nos ha dado ya? Responderé solo a la segunda, porque se basa en una experiencia que ya está dando resultados tangibles. Por ejemplo, la constitución de un grupo de mujeres (pero al que se asoman y con el que colaboran también algunos aguerridos varones) que han establecido relaciones de colaboración permanentes, que comparten informaciones y tareas, tiempo y risas… puro placer vecinal. Un grupo que, además, esperamos pueda llegar a desarrollar una estructura concreta y real de Cohousing adaptada a las necesidades de nuestro vecindario.

Carmen Mateu Marqués

Grupo: María Jesús, Puri, Pura, Pilar, Marta Pilar, Chantal, Maria José, Christine, Chelo.