El patriarcado en el cuerpo: otro cuerpo es posible

El cuerpo no es solamente una colección de órganos y funciones, una entidad individual sino también social, cultural y política y fundamentalmente una estructura simbólica, donde se proyecta e inscribe el género, la sexualidad, la raza, la clase social, la edad, la cultura, etc.

Para Foucault es el lugar donde se ejerce el poder, todas las relaciones de poder y, por tanto, donde se pueden observar los efectos de esas relaciones que ejercita el patriarcado a través de las categorías de sexo y género que establecerán las leyes, normas, imágenes, comportamientos, actitudes, afectos y pensamientos de los cuerpos femeninos y masculinos.

El cuerpo es entonces un espacio donde se construye la cultura androcéntrica y donde se proyectan las interpretaciones patriarcales de las emociones, de los síntomas, de la salud y de la enfermedad, a lo largo de nuestra socialización, incrementada además por una gran cantidad de empresas lucrativas que con la promesa de libertad, bienestar y alegría vuelven a construirnos un imaginario patriarcal aún más fuerte. Cuerpo, entonces, como un lugar político donde rebelarse a ese patriarcado y como espacio para el feminismo donde poder inscribir otra cultura para el cambio, donde inscribir la autonomía.

Es en este patriarcado, encarnado en el cuerpo, donde podemos observar las construcciones sociales de la masculinidad y feminidad, los afectos, dolores, placeres, marcas, ritos y adicciones. En él van a confluir también todos los medios de comunicación con productos que le reclaman y prometen una infinidad de objetos, marcas, rituales e imágenes para el deseo, que influirán en la imagen corporal y la autoestima, afectando a la salud que podemos observar a través de los síntomas que expresan el malestar ante el poder y el control que se ejerce sobre nuestros cuerpos. 

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La sociedad marca los cuerpos.

Son sobre todo las imágenes y narraciones, a través del arte, de la publicidad, la moda y todas las artes visuales las que van a conformar en nuestro interior todo un imaginario que nos dice lo que debe ser un cuerpo. Y este “deber ser” es una violencia que operará a lo largo de toda nuestra vida, violencia que convierte nuestro cuerpo en objeto para el agrado y placer de otros y que descentraliza nuestro deseo como sujeto en primera persona y lo centraliza en el deseo del otro. 

Sin embargo, no es fácil de ver siempre esta violencia, pues está enmascarada y disfrazada de creencias, legalizada por leyes, usos, costumbres, publicidad y estereotipos sociales, la cual podemos observar en varios contextos sociales:

Mujeres de Negro. Cuerpos que denuncian la violencia contra las mujeres.

1-En los discursos y prácticas religiosas, jurídicas, en muchas prácticas médicas, psicológicas o psiquiátricas que intentan controlar el cuerpo y la sexualidad de las mujeres que se escapan a las normas impuestas, intentando, mediante determinadas teorías y prácticas, devolverlas a su papel subordinado, ya sea reproductivo o placentero, como vientre de alquiler o como objeto prostituido para el placer, a través de los usos abusivos de tecnologías reproductivas, medicalización excesiva de depresiones y ansiedades o la consideración de los ciclos vitales como trastornos o enfermedades que han de medicalizarse.

2-En la selección de imágenes para representar el cuerpo femenino; niña, virgen, madre dulce y tierna, mujer sexy, prostituta, abuelas dulces y cuidadoras, que influyen en la acomodación del cuerpo a un cierto tipo de expresividad de acuerdo con esos arquetipos, que veremos tantas veces reflejados en la publicidad.

3-En la difusión de un modelo de belleza, la estética de la juventud y de la delgadez, que ocasionará conflictos con el propio cuerpo, sobre todo en la adolescencia, posmaternidad y menopausia, con los consiguientes problemas en la percepción de sí, la autoestima y la aceptación de las transformaciones del cuerpo.

4-En la objetualización, utilización y eliminación del cuerpo femenino; acoso sexual, violaciones, pornografía, prostitución, maltrato, asesinato…etc., que marcan en el cuerpo las señales del dominio, control y posesión del poder masculino patriarcal.

Estas relaciones de poder sobre los cuerpos van a conformar identidades subordinadas y dependientes en muchas mujeres, pues su identidad se configura en torno a la reproducción, la maternidad, la familia, el cuidado en todos los sentidos, su valor como objeto sexual y también su trabajo, pero con techo de cristal. Todo esto se irá construyendo en nuestra socialización, a través de juegos, juguetes y medios de comunicación que van a producir identidades masculinas y femeninas con marcas visibles en los cuerpos; cuerpo musculoso y atlético sobre todo para los hombres y cuerpo delgado y flexible, seductor y armonioso para las mujeres.

 Los medios difundirán también un cierto tipo de sexualidad y gestualidad, una manera de ocupar los espacios y las relaciones, una manera de mirar y de esconder, el reparto de los roles, la riqueza, la división sexual del trabajo y de los cuidados, la toma de decisiones políticas y económicas, el control de la sexualidad, la ideología amorosa romántica…etc. Estas imágenes de los medios influirán en las relaciones con nosotras mismas y en las formas de relaciones personales y sociales que intervienen en la construcción de la dominación y control sobre las mujeres.

Esta operación del patriarcado sobre el cuerpo produce un gran descentramiento de nuestras experiencias, como si nuestras experiencias tuvieran que olvidarse y ser borradas para amoldarse a un “deber ser” impuesto mediante repeticiones que violentan nuestro cuerpo consciente y sensible.  Partir de sí, de la propia experiencia, del propio sentir y deseo será difícil, porque vivimos ajenas, en este despliegue publicitario de los géneros, a nuestro ser, a nuestro cuerpo y sentir, que se enfrentará a lo que dicen que “debe ser un cuerpo femenino o masculino”, lo que debemos sentir y cómo debemos estar en la sociedad y comportarnos. Esto nos ocasionará malestares y contradicciones a lo largo de nuestra vida, viéndonos impelidas a comparar nuestro cuerpo con ese “deber ser” impuesto por los modelos iconográficos perfectos, jóvenes, atemporales, sin edad, sin cambios, que nos ocasionará dificultades para asumir el propio cuerpo, los cambios con la edad y los ciclos vitales. Se borra así al sujeto en pos del ideal de belleza y juventud; delgado firme, sin arrugas, sin grasa, como tomates de invernadero. Cuerpo como preocupación y signo de éxito social que se exhibe a la mirada de los otros y que se convierte en punto central donde se dan los trastornos de la imagen (anorexia y bulimia) con las consiguientes ansiedades que van a ocupar los gimnasios, los centros de belleza y los de cirugía estética para modelar formas que indican el distanciamiento del propio cuerpo e internalización de las normas sociales en pos de la mirada externa, nunca tan objetualizada y globalizada como ahora. Los constructos sociales masculinos y femeninos van a tener, por tanto, una gran influencia en la formación de nuestras estructuras corporales y emocionales, como vemos en estas imágenes polarizadas.

Postura emocional: “No”, rígido y dominante            “Úsame.” Fuerza colapsada, retirada.

Es en el cuerpo entonces donde se puede aprender el cambio, porque es en él donde sufrimos un abuso psicológico y físico sistemático, un verdadero acoso moral, al que hemos de responder con estrategias saludables. El cuerpo puede ser, por tanto, el espacio donde construir conscientemente la salud.

Los cuerpos se van a rebelar de una manera inconsciente, a través de los síntomas como la anorexia, histeria, depresión, ansiedad, stress…etc., y conscientemente como cuerpos rebeldes que asumen su diferencia, su manera distinta de estar en el mundo, su diferente imagen y deseo. Cuerpos rebeldes que se encuentran con otros cuerpos, buscando diversas maneras de construir y expresar su imagen, su sexualidad, sus relaciones y su vida. “Por eso saber escuchar el cuerpo es un arte imprescindible para la salud y el bienestar, que debiera enseñarse no sólo en los primeros años de vida sino a lo largo de nuestra socialización y sobre todo en la etapa de enseñanza obligatoria” (Charo Altable. 2010)

¿Cómo escuchar al cuerpo?

No basta con analizar nuestra socialización porque el patriarcado está en nuestra respiración y músculos, en nuestra postura corporal y en nuestras emociones. Hace falta un trabajo interior.

Para escuchar al cuerpo es imprescindible la respiración pausada y profunda, una respiración diafragmática que nos hace conscientes y que libera tensiones y emociones. También existen numerosas técnicas corporales que utilizando esta respiración sensibilizan al cuerpo, como la Diafreoterapia (tensiones corporales, emociones y propuestas terapéuticas) que enseña Malén Cirerol, la Eutonía de Gerda Alexander que creó un método de armonía y buen tono desde la piel, los músculos y los huesos, utilizando pelotas de diverso tamaño, maderas y otros objetos que sensibilizan el cuerpo y cuya práctica desarrolla la conciencia y creatividad. Otras técnicas, como el tacto consciente y reposado, la biodanza de Rolando Toro, o el masaje sensitivo gestáltico, creado por Margaret Elke, nos ayudan a adquirir un cuerpo propio, relajado y sensible al placer y el buentrato.

Todas estas prácticas corporales nos ayudan a practicar la autopercepción  y la percepción del otro/a, lo cual implica un gran respeto por lo que siento y siente la otra persona, por salvaguardar mi espacio y mis límites y el de las otras personas, por defender mi deseo y respetar el de las otras personas, que no tienen por qué coincidir, respetando lo que existe, sin apropiarse de ello.

Además de la escucha, las imágenes tienen un efecto de imitación inconsciente en los cuerpos. Por eso es tan importante crear las propias imágenes en el arte y en la vida real que expresen nuestra manera de vernos y ver el mundo, porque somos sujetos agentes, con voluntad y pensamiento propio, que podemos subvertir este orden patriarcal. Así lo demuestran cantidad de mujeres pintoras, fotógrafas, cineastas y creadoras de imágenes que responden a sus vivencias y que, por tanto, parten de sí mismas.

Existen numerosas imágenes y performances para el cambio, que podemos ver en internet, entre ellas a la guatemalteca Regina Galindo, las Guerilla Gilrs, las denuncias y performances de Yolanda Domínguez, las pinturas de Ana Casas y el paso del tiempo en los cuerpos, Dorotea Tannig, con otras maternidades que nos son dulces ni tiernas, Dora Maar, con otra visión del erotismo, y tantas y tantas otras, pintoras y narradoras de todos los tiempos, que cuentan sus experiencias o que a través de sus síntomas nos muestran sus malestares, bienestares y deseos. 

Como dice Alice Miller (2005) “nuestro cuerpo es el guardián de nuestra verdad”. Entonces, desde la desobediencia al patriarcado, podemos escuchar nuestra verdad y darnos otro cuerpo posible.

He decidido mirarme

Desnudarme delante del espejo

Desvelar mis cualidades

Adorarme de principio a fin.

Sandrine Kiberlain. M´envoyer des fleur, 2005. 

Bibliografía

  • Altable Charo. (2000), Educación sentimental y erótica para adolescentes. Miño y Dávila, Madrid., Buenos Aires  2010. Los senderos de Ariadna. Mágina-Octaedro. Granada.  2018.Otras maneras de amar. Otro amor es posible. Mágina-Octaedro. Granada.
  • Caldwell, Christine (1999) Habitar el cuerpo. Ed. Urano. Barcelona.
  • Colectivo Ma Colère. (2006) Mi cuerpo es un campo de batalla. La Burbuja. Valencia
  • Keleman, Stanley (1997) Anatomía emocional. Desclée. Bilbao.
  • Kesselman, Susana y Volosín, Susana (1993) Diálogo sobre lo corporal. Paidós.Buenos Aires, Barcelona, México.
  • Lagarde, Marcela (1996) Género y feminismo. Horas y horas, la editorial. Madrid.
  • Lowwen, Alexander. (1982) La depresión y el cuerpo. Alianza Editorial. Madrid
  • Miller, Alice. (1992) Por tu propio bien. Ed. Tusquets. Barcelona.        – (2005) Notre corp ne ment jamais. Ed. Flammarion. París
  • Ussher, J. (1991) La psicología del cuerpo femenino, Arias Montano, Madrid

Vídeos interesantes

Entrevista con Ana Casas Broda: Cuerpo de juegos https://youtu.be/1hIA8qnp0h0https

Charo Altable Vicario

Profesora jubilada, experta en Coeducación emocional y sexual, Terapeuta y escritora. Mujeres por la salud y la Paz. Mujer de Negro. Associació per la Coeducació de Valencia.

Profesora y Terapeuta. Escritora.
Associació per la Coeducació. (Valencia)