MyS CONFIDENCIAS: ¿QUIÉN TIENE LA CULPA?

Estoy cavando la tierra, hace calor y mi abuela me envía a casa a buscar agua. Cuando llego a la puerta de la entrada principal, mi abuelo está allí sentado y me dice que para pasar debo pagar un peaje. Yo no lo entiendo y pienso que quiere jugar conmigo. Insiste en que pase y me siente en el banco de madera de la mesa y es ahí dónde empieza toda mi historia, los tocamientos, las vejaciones, los abusos… todo lo que él quiso hacer y que le permitieron.

Yo solo tenía 4 años, no fui consciente de lo que ocurría, hasta que años más tarde, ya de regreso a la ciudad, en casa con mis padres, empecé a pensar que lo que él me hacía no era normal.  No sé por qué lo pensaba o por qué me di cuenta. Imagino que fue en el colegio, veía a los otros abuelos con sus nietas y no me daba la misma sensación. Quizás entendí que lo que yo había vivido no era un comportamiento natural de un abuelo con su nieta. Así que recuerdo enfrentarme a él y decirle que si me volvía a tocar lo mataría. Entonces ya tenía 8 años y en ese momento me sentí, supongo, con la fuerza suficiente para enfrentarme a él. Pero esa fuerza duró poco; se terminó en el momento en que entraron en el comedor mi madre y mi abuela y me acusaron de ser yo la que provocaba lo que ocurría y que me callara. Desde ese instante, mi vida fue un verdadero infierno, y ya no solo por los abusos. Quise morirme y lo intenté, y mi vida empezó a transcurrir entre dos mundos diferentes: el que tenía que vivir en casa, sometida y en silencio; y el que yo creé cuando salía al colegio, como si fuera huérfana. Sobreviví a fuerza de beber y de escribir, con el miedo constante cada vez que él entraba en la habitación. Ahora, a mis 56 años y después de haber superado todo ese dolor, haberme enfrentado a todas las mujeres de mi familia de las cuales él abusó: hijas, nietas, etc., os puedo decir que el mayor dolor fue descubrir que con ellas también lo hacía y sin embargo todas lo encubrieron.  Yo era la pequeña de la familia y me enviaron con él sabiendo qué ocurriría. El sufrimiento todavía persiste al pensar que cuando yo me enfrenté a aquello, me culparon.

Todavía siguen ocultando lo ocurrido, siguen tapando todo aquello y me culpan a mí por destapar y confesar lo que ocurrió, por desvelar quién era él y quiénes eran ellas, las que encubrieron al abusador. Puedo deciros que me costó más superar el dolor de saber que fueran mi propia madre y mi abuela las que me culparan y me dejaran con él sabiendo lo que ocurría, que los abusos que él cometía. No sé cómo se podían mirar a la cara, no sé cómo podían permitirlo. Soy consciente de que no soy la única que ha vivido y sufrido algo tan cruel. Existen muchas mujeres a las que les ha ocurrido y que sus propias madres, abuelas, hermanas les han hecho sentirse culpables para tapar la vergüenza familiar y encubrir al abusador. Y yo os pregunto ahora, ¿quién es más culpable: el abusador o el encubridor?