Un respiro por los derechos humanos

“Donde tú eres tierno, dices plural”
Roland Barthes

Comienzo a escribir en el octavo día de encierro, desde la posición privilegiada de tener casa, leña, agua caliente y la casi certeza de volver a tener trabajo, aunque precarizado (aún más) a la vuelta de esta cuarentena.
En este singular momento en que, como leo en Roland Higuita,

“aparecen con fuerza propia esos oficios que resultan imprescindibles para sobrevivir a los estragos de la coyuntura y que desde si mismos confirman la importancia en su función protectora y cohesionadora del cuerpo social: personal sanitario y de cuidados, cajeras, conductoras, bomberas, personal de limpieza y agricultoras”,

traigo la rumiación de una experiencia de cuidado, de la importancia de la cercanía y la ternura, en el colectivo de defensoras de derechos humanos, colectivo en el que las situaciones de crisis y la habitual presencia de la muerte como algo palpable, no es una experiencia puntual.
Y recojo los susurros de Yayo Herrero señalando que

“nos estamos encontrando en estos días con la evidencia, no solo que nuestra vida es ecodependiente pues no hay economía posible que no descanse en los bienes de la naturaleza, sino que somos también seres profundamente interdependientes, esto ocurre porque la vida humana ocurre encarnada en cuerpos, cuerpos que requieren cuidados, en momentos de forma mucho más intensa. La vida humana no se sostiene sola, hay que sostenerla intencionalmente y por lo tanto necesitamos economías que pongan en el centro esta vida.”

Economías y estrategias que pongan la vida en el centro. Y en esta rumiación aparece la idea de autocuidado como parte de nuestra despensa de estrategias.

El proyecto DEFENRED

Atendiendo a las palabras de Dora Lancheros desde la experiencia en la asociación AVRE (Acompañamiento Psicosocial y en Salud Mental a víctimas de violencia política), podríamos entender el autocuidado como

“aquellas prácticas y decisiones cotidianas que realiza una persona y/o un grupo para tomar consciencia, darse cuenta, de lo que nos está afectando, cómo se expresa, y de la forma en que esta afectación se convierte en crisis para darnos oportunidad a un cambio que lleve a la transformación del malestar y sufrimiento en un bienestar que promueva la acción, la creatividad y el mayor potencial frente a las situaciones derivadas de la defensa de los derechos humanos.”

El proyecto DEFENRED surge de la sensibilidad de cuatro personas ante la afectación física y emocional que produce el ejercicio de la Defensa de los Derechos Humanos y tiene como objetivo tanto el trabajo directo con estas personas, ofreciendo la estancia en la Casa de Respiro, como la promoción y sensibilización sobre la necesidad de mirar hacia el cuidado y autocuidado en el marco de las organizaciones de Defensa de los Derechos Humanos.

Tras la fundación del proyecto varias personas fuimos invitadas a formar parte del “equipo técnico”, para que, junto al descanso, a las personas se les ofreciera un acompañamiento terapéutico desde la psicología, la medicina sintergética, la osteopatía y la Diafreo. Durante estos años se ha ido forjando un modelo de acompañamiento e intervención en el que primamos la experiencia de ocio y descanso así como el vacío que se crea para que alguien se pueda mirar y, desde la escucha, prestar herramientas para atender a los propios recursos, aquellos que aparecen cuando escuchamos y reconocemos nuestros límites, cuando escuchamos el susurrar del cuerpo con su lenguaje, los dolores, las ansiedades y los placeres, y le atendemos desde la aceptación y el no juicio. El cuerpo puede ser ampliado, más allá del propio, al de la organización. Recursos como dedicar un tiempo y espacio al cuidado personal y grupal, al análisis de las condiciones en que ejercemos nuestros trabajos y a las estructuras de poder que se filtran en el seno de nuestras organizaciones, aquellas estructuras, a menudo patriarcales y desiguales, reproductoras de los modelos de la sociedad por la que estamos atravesadas, modelos como por ejemplo, poner el foco en la eficacia y la productividad y elogiar los organismos más resistentes (aquellos que mueren con las botas puestas). En estos años de trabajo algo que nos ha sorprendido en los resultados del proyecto es el valor terapéutico de la solidaridad, pues es profundamente sanador sentirse acogida desde el cariño y respeto, desde la aceptación del ser humano que eres, y más en personas profundamente cuestionadas y rechazadas, no sólo a un nivel político, sino a menudo en sus comunidades e incluso en el seno de sus familias.

Viaje a México

El pasado mes de Febrero cuando este virus nos era señalado como algo lejano que ocurría en China, que comenzaba a sembrar su huella en Italia y que, para las que no teníamos televisión, sólo nos llegaba a través de la imagen de las mascarillas que usaba el personal del aeropuerto, fuimos invitadas a México por Blanca Martínez, coordinadora del centro Diocesano Fray Juan de Larios y por las organizaciones Fuundec (Fuerzas Unidas por nuestros Desaparecidos en Coahuila), Fundenl (Fuerzas Unidas por nuestros Desaparecidos Nuevo León). Blanca fue una de las personas que durante los últimos 6 años han pasado por la casa de respiro de DEFENRED. Realizaríamos talleres con el objetivo de trabajar el fortalecimiento de las organizaciones a través del autocuidado de sus miembros con cada una de ellas. De las tres experiencias que vivimos, con tan diferentes matices entre ellas y tanto impacto para nosotras, relato la primera.
No viajamos solas: en nuestras maletas, algunos apuntes y la experiencia en la casa de Respiro DEFENRED y, sosteniéndonos la espalda para hablar y avanzar, cada una de las personas que componen o han sido parte de esta asociación: Carmen, Victor, Loreto, Nacho, Roland, Libia, Mónica, Jota y un número creciente de colaboradoras que hacen este proyecto posible.
Llegamos a Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho, situada en un agradable barrio de Ciudad de México. El espacio invitaba a la intimidad, un patio con buganvillas en flor prestaba su sombra a desayunos, comidas y descansos, tal y como había planeado su coordinadora, Ana Lorena. Sin embargo, este tipo de ambientes no se incorporan a menudo en las estrategias de estas organizaciones: la labor de la organización, el acompañamiento a familias de desaparecidos, la denuncia y reclamo de derechos para este colectivo ante la sociedad y las autoridades,… es una tarea demasiado intensa para albergar descansos.
Comenzamos el primer día conociéndonos, buscando espacios de intimidad donde los pequeños detalles, como el gusto por
el pozole o el chile, jugar a la x-box, dan puntos de anclaje a una red. Como en un telar, este tejido se va conformando de singularidades entramadas. El placer de un baño de tina, cuidar a los hurones, leer la biblia o saludar a los perros por la mañana son detalles que lentamente, al paso de las horas, fortalecen esta red, haciéndola visible. Y poco a poco, también, aparecen los cuerpos, como paisajes ocultos que al desvelarse muestran las huellas de lo vivido, y lo íntimo se hace político mostrándonos las diferencias, no sólo de las otras, sino de mí misma; reconocemos a la madre en mí, a la amiga en mí, a la defensora en mí, con sus hábitos y relaciones, con sus límites físicos y emocionales. Se va lentamente desvelando un paisaje. Diferentes paisajes para una cartografía común: la posibilidad de una organización donde el reconocimiento de cada singularidad permita arropar con cariño al conjunto, susurrándonos la importancia de sentirnos acuerpadas, de reconocer cada pequeña herramienta y recurso, tanto propio como colectivo para abordar la difícil tarea de acompañar la injusticia, la desaparición y la muerte de los seres queridos.

Quedamos agradecidas, como dice Yayo Herrero “esta emergencia viene a instalarse en un terreno abonado de crisis global, crisis humanitaria, crisis medioambiental, crisis de un modelo económico tan desigual como frágil, hay algo construido a celebrar, las tierras de cuidado, redes de apoyo y reflexión que ahora nos toca regar y abonar para ver si en estos terrenos surgen nuevas realidades”. Y en estas nuevas realidades dar cabida a la ternura como lógica desestructurante de las prácticas de poder.

Referencias

Sara Garcia Prada

Dibujante y Diafreista