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Erradicar
la violencia de género: un reto social ....y sanitario
PALABRAS QUE MATAN
<Miguel
Lorente Acosta>
VALORACI�N
DEL RIESGO DE AGRESI�N TRAS LAS AMENAZAS
El hombre cuando amenaza lo hace de verdad.
Las amenazas est�n integradas en una estrategia de violencia para
conseguir y perpetuar la sumisi�n y el control de la mujer, por eso
el hombre no s�lo persigue golpear m�s o menos fuerte a su v�ctima
sino, tambi�n, aleccionarla e introducirle el miedo en el cuerpo para
que cuando desaparezca el hematoma se siga produciendo un estremecimiento
al o�r los gritos, los gestos y las amenazas leves que d�a a d�a se
van produciendo y esas otras, m�s graves, que cada vez est�n m�s cerca
de hacerse realidad.
Ah� es donde de nuevo la sociedad, la misma que asigna a unos la posibilidad
de dar golpes a gritos y a otras la de recibirlos en silencio, act�a
minimizando las amenazas del hombre, analiz�ndolas desde la perspectiva
que argumenta que son muchas las veces que �stas se hacen y pocas
las que se llevan a cabo, o bien considera que son frases propias
del calor de la discusi�n o de una situaci�n conflictiva.
Existen, sin embargo, datos objetivos que nos indican la posibilidad
de que las amenazas se cumplan realmente cuando se producen, por ejemplo:
o despu�s de que la relaci�n con la mujer se haya reforzado (tras
el inicio del noviazgo, despu�s del compromiso matrimonial, despu�s
de iniciada la convivencia, tras quedar embarazada,...)
o cuando se realizan alrededor del momento de la separaci�n (cuando
despu�s de un cierto tiempo el hombre despechado vuelve a la carga,
cuando la mujer intenta reiniciar su vida con una nueva relaci�n o
empezando a trabajar)
o cuando el argumento y la justificaci�n que el hombre hace de las
amenazas resulta coherente y razonada o cuando junto a las amenazas
hace referencia a lo que va a pasar con �l, manifestando que no le
importa ir a la c�rcel o que despu�s �l tambi�n se va a matar,...
Todo ello indica la necesidad de estudiar al agresor para determinar
la peligrosidad criminal que presenta. En todos estos casos no debemos
conformarnos s�lo con proteger a la v�ctima, sino que debemos actuar
sobre el agresor y adoptar las medidas legales sobre �l. Para ello
es preciso llegar al diagn�stico de su peligrosidad criminal centr�ndonos
en dos elementos: por una parte su capacidad criminal, estudiando
la nocividad y la inintimidabilidad del sujeto, y por otra, su posible
inadaptaci�n social.
De este modo, comprobando el da�o que pudo producir el hecho manifestado
en la amenaza y los condicionamientos que la presi�n social y legal
pudieron tener sobre la no realizaci�n de la conducta, contraponi�ndolos
con su mayor o menor integraci�n social, podremos obtener una valoraci�n
objetiva de su peligrosidad, que a pesar de estar basada en la probabilidad
en cuanto al paso a la acci�n, s� nos podr� servir para objetivar
una situaci�n de riesgo y, por tanto, la necesidad de actuar sobre
el causante de dicha situaci�n.
Estos datos son suficientemente significativos como para hacernos
ver en las amenazas palabras asesinas, y nos deben llevar a proteger
a la v�ctima y a actuar sobre el agresor. �Porqu� hemos de dar m�s
credibilidad a la hip�tesis de que no se llevar�n a cabo las amenazas
que a la posibilidad de que s� se materialicen, dado que tenemos una
serie de elementos objetivos que as� lo indican y ninguno en favor
de lo contrario?. Las consecuencias de tomar o no medidas no son comparables.
Que no nos pase como al pastor con las ovejas, porque aqu� quien dice
que viene el lobo no es un testigo ajeno como el pastor, sino las
propias v�ctimas.
Miguel Lorente Acosta - M�dico Forense.
Autor de "Agresi�n a la mujer: Maltrato, violencia y acoso" Miguel
Lorente Acosta - M�dico Forense
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