Mujeres y Salud - Revista de comunicación cientifica para mujeres
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Crónica del III Seminario "Abuelas, Madres, Hijas"
Maria Elena Cuyás, CAPS

Córdoba, noviembre 2005
Cátedra de Estudios de las Mujeres “Leonor de Guzmán”
Universidad de Córdoba

Cuando CAPS me envió la propaganda del seminario que con este título iba a celebrarse en Córdoba me dije: ¡esto es lo tuyo! Y sin pensarlo, me inscribí. Aquella misma tarde llamé a la RENFE y me compré un billete de ida y vuelta con el Tren-Hotel nocturno.

Fui madre por primera vez hace cuarenta y dos años y, casi sin darme cuenta, cuando aún tenía dos hijos adolescentes, hace trece años, tuve la suerte de ser abuela por primera vez. En estos momentos están en camino una nieta y el séptimo o séptima, aún no se sabe.

La larga y dramática enfermedad de Alzheimer que se llevó a mi madre hace ocho años me ayudó a reconocerme como hija y a reconciliarme con ella.

No soy universitaria, ni médica. Soy mujer: abuela, madre, hija y como tal me sentí convocada al seminario de Córdoba. ¿Vas con alguien? Preguntó mi marido intrigado. Sola. ¿Conoces a alguien que vaya? A nadie.

No me avergüenza decirlo: a mi edad, es la primera vez que tomo una decisión así, y me sentía como una colegiala que por primera vez hace algo sin pedir permiso y ve como sus mayores no se atreven a llevarle la contraria.

Por mi circunstancia familiar, podría decir que he vivido el feminismo entre bastidores, en los libros y en mi corazón, y empecé a relacionarme con grupos de mujeres cuando se fundó la librería Próleg (yo trabajaba muy cerca), allí hice mi primer taller de ”madres e hijas”, allí empecé a descubrir el lenguaje materno y me puse en contacto con mujeres que se hacían las mismas preguntas que yo y descubrí que no estaba sola. En los grupos de reflexión me inicié en la práctica de hablar partiendo de nosotras mismas y en esto estamos.

Del seminario me llamó la atención el subtítulo “deleites y vínculos”. Acabo de jubilarme y, por deformación profesional (lo mío son las palabras), no paro de decirme a mi misma “jubilar viene de júbilo” y pensé “quién sabe si en Córdoba me darán más pistas”. No iba desencaminada porque, en la primera ponencia, Carmen Valls, con su gran capacidad de comunicadora supo transmitir (su sola presencia ya transmite) la importancia de tener un cuerpo para disfrutar y la relación entre la salud y el placer.

En la segunda ponencia la psicóloga Pilar Sanpedro habló del erotismo en el envejecimiento de las mujeres, de la influencia negativa que ejercen los estereotipos en el imaginario colectivo, del nuevo abanico de posibilidades afectivas que se abre ante nosotras, la mujeres, que una vez liberadas de nuestras cargas laborales y familiares, podemos acceder a una vida más creativa en la que las obligaciones sean voluntariamente aceptadas sin imposiciones. Algunas comentaron que tenían dificultades para que sus maridos aceptasen de buen grado que dedicaran una mañana de sábado a una reunión de mujeres.

Se hizo evidente que el camino no es fácil pero compartir nuestras dificultades, deseos y experiencias, como estábamos haciendo allí, nos ayuda a no desanimarnos.

De camino al hotel, ante el esplendor de la mezquita iluminada, me sentí afortunada por estar allí y me acosté pensando que mi vida aún tenía sentido.

En las dos ponencias del sábado se expuso el trabajo que realizó el equipo de Anna Freixas durante un año con los grupos de mujeres de diferentes edades que se reunían para compartir sus experiencias, se hizo evidente que un factor determinante para conseguir una vida independiente y satisfactoria es la salud. Todas las mujeres que consideraban que su vida era satisfactoria gozaban de buena salud, no tenían cargas familiares y tenían estabilidad económica. Las más jóvenes de los grupos se habían sorprendido de la facilidad para comunicarse con las mayores y reconocían haber aprendido de sus experiencias. Las mayores dijeron que encontraban difícil hallar en su entorno cotidiano un espacio de intercambio como el que habían vivido en los grupos, ya que en las reuniones con otras mujeres las conversaciones suelen estar siempre relacionadas con las anécdotas familiares, las enfermedades y las críticas a terceros.

En el coloquio expuse mi experiencia con un grupo de cuatro amigas que nos reunimos periódicamente para hablar de nosotras. Las cuatro tenemos un hilo conductor que es la escritura; partiendo de nosotras nos cuestionamos nuestra dificultad para escribir y tenemos un proyecto común: grabamos nuestras conversaciones para que un día puedan convertirse en un libro. También dije que una vez al mes tengo un encuentro con un grupo de ocho mujeres en el que, partiendo del libro “Mujeres que corren con los lobos”, aportamos opiniones desde nuestra propia experiencia.

El seminario acabó con la ponencia de Dolores Juliano, una mujer fascinante que transmite con sencillez sabiduría y autoridad. Una mujer hermosa y seductora que dijo estar a punto de ser bisabuela. Una mujer que me hizo sentir que valía la pena vivir muchos años para poder llegar a ser como ella.

Acabado el seminario, un delicioso aperitivo andaluz con buen vino me permitió relacionarme con un grupo de cordobesas y entablar amistad con Ma Angeles Córdoba que generosamente se ofreció para acompañarme por la ciudad que no consta en las guías turísticas, me abrió su casa y pude conocer por dentro una casa cordobesa auténtica. Compartir la experiencia de vida de una mujer mayor que tú y que acabas de conocer, que ha recorrido caminos tan distintos a los tuyos pero que te hace sentir que eres de su mismo clan, es algo que, estoy convencida, sólo puede darse entre mujeres.

 

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