NO ES
FÁCIL SER MADRE ANTES DE LOS 40
<Rosa
Moles>
Dentro
de un mes cumplo 28 años y ya es la segunda
vez que oigo a mi madre con el “A ver cuando te casas y me
das nietos, que yo a tu edad ya te tenía a ti y estaba embarazada
de tu hermana”.
Lo que mi madre
no comprende es que, a mi juicio, el mayor impedimento para tener
un bebé no es el hecho de no tener pareja (somos mujeres
del siglo XXI), sino que me gustaría disponer de una estabilidad,
principalmente económica y personal, con la que enfrentar
la maternidad (sola o en compañía). Y a mi edad eso
es muy difícil de tener ¡Plantearme tener descendencia
antes de los 40 es como sentirse Indiana Jones en busca del Arca
perdida!
Independientemente
de la madurez personal de cada una, me pregunto si podemos ser madres
sin disponer de nuestra propia vivienda. ¿Qué consecuencias
tendrá el embarazo en nuestra carrera profesional? ¿Qué
pasa si no somos Rockefellers y tenemos que ganarnos a pulso nuestra
estabilidad económica y profesional día a día?
Suponiendo
que, con mucha suerte, encontramos un empleo de los llamados “fijos”
que nos permita empezar la escalada profesional sobre los 25 años:
nuestra “carrera de obstáculos” acaba de empezar.
O sea, acaba de empezar ¡desde abajo!: lo primero que nos
vemos obligadas a hacer es tomar las riendas de nuestro trabajo
y ganarnos el respeto de compañeros y superiores. Lo que
significa, en la mayoría de los casos que conozco, dedicar
más de 40 horas semanales al trabajo. También puede
que vayamos cambiando de empresas: ahora podemos hacerlo, somos
jóvenes y sólo nos ocupamos de nosotras (sin hipotecas,
sin hijos, en casa de los padres, etc.).
Cuando nos
establecemos en la empresa con mejores perspectivas profesionales,
y siguiendo con nuestra ambición profesional, decidimos realizar
cursos complementarios
o de especialización para no quedarnos atrás en el
mercado laboral. Ya estamos ahorrando para independizarnos de nuestros
progenitores, que ya toca, pero dedicamos nuestros esfuerzos al
trabajo y al estudio, sin tiempo para más.
Probablemente
estamos ya alrededor de los 30 años, y seguimos para bingo.
Todavía sin casa, afianzándonos en el trabajo, codo
a codo con nuestros competidores, demandando y aceptando responsabilidades...
¿nos vamos a parar ahora que parece que lo estamos consiguiendo?
Y suponiendo
que el tema vivienda ya está resuelto, ¿qué
pasará con nuestro puesto de trabajo durante el embarazo?
Se alegrarán nuestros superiores por nosotras o aprovecharán
para, poco a poco y con cualquier excusa, despojarnos de esas responsabilidades
que tanto nos ha costado conseguir? ¿Y durante la baja por
maternidad: La haremos entera o estaremos siempre localizables por
si hay alguna urgencia en la oficina? ¿Aprovechará
algún compañero para apropiarse de nuestro sitio?
¿Y qué pasará cuando regresemos al trabajo?
¿Aceptaremos volver a sacrificar parte de nuestro tiempo
personal a favor del trabajo, para ponernos al día, para
hacer cursos complementarios, para poner a los buitres a ralla?
Bien pensado,
mejor posponer la maternidad hasta ser unas veteranas en la oficina,
cosa que probablemente pasará rondando los 40 (si pasa).
La verdad es
que el panorama que planteo no es muy alentador para ser madre con
treinta y pocos, sólo de pensarlo me entra dolor de cabeza.
Pero estoy dando por sentado que queremos hacerlo solas, sin nadie
a nuestro lado con quien compartir la aventura (aunque tampoco tengo
claro que contar con pareja altere en algo todo lo dicho) . Por
supuesto que existen muchas madres veinteañeras que han sacado
a sus hijos adelante; eso es lo que me recuerda que no todo es dinero,
ni estabilidad, ni trabajo, ni jefes, ni posición social,
que quizás tenemos olvidado el “querer es poder”
y el “no se puede tener todo”, ¿cuáles
son nuestras prioridades?
Lo que aquí
se plantea, simplemente, es que, tal y como está montado
el sistema, no es nada fácil ser madre antes de los 40.
Rosa
Moles
Economista
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