INTRODUCCIÓN:
EL DOLOR, CAPA A CAPA
<Carmen
Valls Llobet>
El
dolor, durante siglos silenciado e invisible como la misma historia
de las mujeres, se ha encarnado en el propio cuerpo, capa tras capa,
a través de los abusos y agresiones psíquicas, físicas
y sexuales en la infancia; a través del “cuerpo trabajado"
desde los nueve años, por ejemplo, transportando leche o
cuidando los hijos de la propia madre que trabaja de sol a sol para
alimentar a los suyos;el dolor se ha introducido hasta la capa más
profunda de los huesos a través de unas condiciones ergonómicas
de trabajo, que torturan con la monótona repetición
de movimientos, y a través de una represión emocional
que contrae la musculatura del trapecio hasta producir cambios en
los discos vertebrales; se ha introducido a través, también,
del sesgo de género en la investigación médica
del dolor crónico, que ha producido una falta de ciencia
en el diagnóstico diferencial de las enfermedades biológicas
que pueden causar dolor (que son muchas), y a través de la
falta de escucha, del error de diagnóstico y tratamiento
que acaba silenciando con psicofármacos la queja, el malestar,
el dolor que se encardina, capa tras capa, en lo más profundo
de los músculos y de los huesos de las mujeres.
Llega un momento en que la mujer ya no tiene palabras para expresar
su profundo malestar, que ella misma no acierta a entender, y entonces
como entonces es el cuerpo el que habla.
A CADA CAPA UN ABORDAJE
La etiología del dolor es claramente multifactorial. En las
causas se combinan aspectos psicológicos, biológicos
y sociales. El dolor más agudo se puede desencadenar en un
momento dado a raíz de una intervención quirúrgica,
un accidente o la muerte o enfermedad grave de un familiar, pero
anida en un cuerpo que ya había sentido dolor y lo había
ocultado, como veremos en el artículo de Malen Cirerol, esta
ocultación del dolor acaba provocando síntomas a distancia
ya que todo el cuerpo tiende a compensarlo y ocultarlo. Se ha valorado
muy poco el dolor y malestar que se encarna en lo más profundo
del ser humano cuando la respuesta a las agresiones externas se
ve mediatizada por un “ideal femenino” en el que callar
y ser sumisa, no expresar los propios deseos, es el modelo normativo
a imitar, de modo que la rabia queda soterrada en la musculatura,
como describe la acupuntura (Cristina Domingo). La dependencia de
la mirada del hombre y de su opinión, o la falta de expresión
de la propia palabra, del deseo de un placer propio, hacen tan grande
el bloqueo de los propios sentimientos que acaba convirtiendo en
un bloque la musculatura. Esto encierra primero el grito y el malestar
en el interior del cuerpo, donde lo mantiene en silencio un diagnóstico
no probado (fibromialgia) y por último lo sella la adicción
a los psicofármacos (dos antidepresivos, dos ansiolíticos,
un hipnótico, e incluso parches de morfina, son los tratamientos
que están recibiendo estas mujeres) . Encerradas en un cuerpo
y encerradas en un diagnóstico no hay muchas escapatorias
por lo que finalmente las queja en la consulta es “Me duele
todo”
FALTA
CIENCIA
La ciencia médica,
nacida fundamentalmente de la experiencia hospitalaria, no está
preparada para atender patologías crónicas, sino que
ha acumulado experiencia en el tratamiento de enfermedades agudas
de predominio en el sexo masculino. Esto contrasta con la pobreza
de recursos destinados a la investigación de las causas del
dolor crónico. Esta falta de ciencia y de recursos, ha hecho
que no se preste atención a los primeros síntomas
y se vea que las quejas del sexo femenino son psicosomáticas
en un 25% (Bernstein 1991) y no se hayan elaborado protocolos de
diagnóstico diferencial exhaustivos, que tengan en cuenta
las más de cien enfermedades que pueden producir dolor (Hootman
et al 2002).
La supresión
del apartado psicosocial en las historias clínicas de algunas
autonomías (por ejemplo Catalunya), es un ejemplo de miopía
en el abordaje etiológico de las enfermedades en atención
primaria. Esta misma miopía, unida a la falta de tiempo para
la escucha así como a la falta de recursos para el diagnóstico
resolutivo en atención primaria, ha producido la hipertrofia
del diagnóstico de “fibromialgia” en toda España.
De un 2% diagnosticado en EEUU, aquí pasamos a casi un 18%
en nuestras consultas, como si la fibromialgia fuera un paradigma
parecido a la histeria que pudiera englobar todo el dolor, la discriminación
y el malestar de las mujeres en un único diagnóstico
que, al ser definido como incurable y de causas desconocida, deja
a las/os médicas/os y a las mujeres sin recursos para enfrentarse
a la enfermedad: volvemos a predicar resignación en lugar
de ciencia.
Precisamente
la falta de ciencia ha hecho aceptar sin una demostración
previa, que estas mujeres tienen una sensibilidad de dolor aumentada,
y un déficit de serotonina. ¿Quién puede distinguir
si sienten más dolor o tienen mucho dolor?¿Con quién
comparamos el umbral del dolor, con otras mujeres o con el sexo
masculino? (“El relato subjetivo del dolor no se puede universalizar".
Daniela Aparicio) ¿No sería más científico,
y eficaz, empezar el trabajo con el diagnóstico de las enfermedades
o estados metabólicos o carencias individualmente en cada
persona (como citaré en el circuito del dolor), en lugar
de recetar psicofármacos desde la primera visita?
El papel de la herencia se ha minimizado o psicologizado. Es cierto
que la percepción y actitud hacia el dolor que tenga una
familia influirá en las percepciones de sus miembros, pero
hemos de señalar que la presencia de dolor en extremidades
entre padres e hijos, puede tener tan solo una causa, como es la
resistencia al efecto de la vitamina D, que se puede presentar en
un 20% de la población y que es causa principal de los mal
denominados dolores de crecimiento, condicionando la calidad del
hueso y la placa muscular en la adolescencia y la vida adulta.
Los sesgos
de género han hecho que falte investigación científica
respecto al dolor o que se acepten con poco rigor causalidades no
probadas. ¿Qué es psicológico?¿Qué
es biológico o social?¿Qué es una enfermedad
incurable cuando aúna todos los tres aspectos?
LA ESPERANZA
Y LAS REDES
Se abren dos
caminos de esperanza: por una parte la medicina basada en la evidencia
que puede ayudar a generar métodos diagnósticos seguros;
por otra parte el creciente asociacionismo de mujeres alrededor
de la afectación fibromiálgica o de dolor crónico.
Toda asociación es buena en la media que supone un grupo
de ayuda mutua que no se resigna y quiere presentar batalla a las
enfermedades y conseguir mejores recursos.
Será
una buena época, la que agrupe a las mujeres para mejorar
y vivir plenamente su salud, para demostrar la alta autoestima que
se tienen a ellas mismas (como la Red de Mujeres y Salud de Catalunya).
Ahora debemos potenciarnos mutuamente, las redes y asociaciones
de mujeres y la red de profesionales sanitarias. Los resultados
de la última sesión de trabajo de ésta última
la exponemos en este dossier con el compromiso de presentar en seis
meses un protocolo de diagnóstico que nos permita objetivar
las causas y acertar en el tratamiento más adecuado en cada
caso.
LA
CURACIÓN CAPA A CAPA
Por el momento
debemos aceptar que el tratamiento debe ser individualizado, y que
el tratamiento y la rehabilitación debe seguir un proceso
tal como lo ha seguido, también, la introducción del
dolor y el malestar en el cuerpo de las mujeres.
El tratamiento de la causa biológica, o la aplicación
de psicoterapia, del método Diafreo, de la acupuntura o del
yoga, dependerá del momento y aceptación de cada persona,
lo importante es que la mujer pueda decidir. Una mujer dedicada
toda su vida a trabajar y a cuidar de los demás necesita
empezar a desear, a decidir, a abordar su propio sufrimiento capa
a capa, tal como se ha ido introduciendo en su propio cuerpo;sin
prisas pero sin pausas. Y en esta etapa estamos las y los profesionales.
Os exponemos a continuación el estado de la cuestión
en este momento histórico, en la esperanza de que las alianzas
y la “sororidad” nos van a hacer más lúcidas,
clarividentes y eficaces. No nos resignamos.
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