Impactos sobre la fauna de los disruptores endocrinos

En 1992, Theo Colburn propuso la teoría endocrina para explicar los diferentes e inexplicables impactos sobre la salud que se observaban en los años ochenta del siglo XX en una gran variedad de especies de animales y que amenazaban su supervivencia. Caimanes del río Mississippi que no podían reproducirse por la reducción del tamaño de su pene, aves que cambiaban de comportamiento, peces feminizados en los ríos ingleses,  mortandades masivas de focas en el Mar del Norte y de delfines en el Mediterráneo, osos polares que no se reproducían,  hombres daneses con problemas de esterilidad,  todos estos problemas podían explicarse como una alteración del sistema endocrino debido a la exposición a sustancias sintéticas. 

Si Theo Colburn es admirable por su determinación, se doctoró e inició su carrera científica en 1985, con 58 años, más aún es que encajara las piezas del rompecabezas al que se enfrentaba la ciencia. Su libro, Nuestro Futuro Robado, publicado en 1996, dio la voz de alarma sobre la necesidad de conocer y regular las sustancias que pueden dañar el sistema hormonal de los seres vivos, incluyendo los seres humanos.

Se trata de sustancias de contaminantes conocidas por otros efectos tóxicos (ej. DDT, PCB, dioxinas), pero también de muchas sustancias sintéticas que se consideraban seguras, incluyendo ingredientes de cosméticos (parabenos, triclosán),  plásticos (ftalatos, bisfenoles), pesticidas (piretrinas, piretroides), perfumes (alquilfenoles), fármacos (paracetamol, ibuprofeno). Son sustancias a las que todos estamos expuestos diariamente en dosis bajas. La máxima de Paracelso, “la dosis hace el veneno”, principio básico de la toxicología vigente en las evaluaciones de riesgo de las sustancias químicas desde el siglo XVI, se vino abajo con los disruptores endocrinos. Al igual que las hormonas, los alteradores hormonales o disruptores endocrinos, pueden actuar a dosis extremadamente bajas; no siguen curvas dosis respuesta monotónicas, esto es, dosis bajas pueden producir efecto y dosis altas no, o pueden tener curvas en forma de uve, de uve invertida o de montaña rusa. Además, el momento de exposición puede ser más importante que la dosis, por ejemplo, la exposición en útero, en momentos de desarrollo clave puede producir efectos que no se observan en otros momentos. Mezclas de dosis bajas de varias sustancias pueden producir efectos que no producen en dosis altas de las sustancias individualmente. Por todo ello, se consideran sustancias sin umbral de exposición seguro, esto es, cualquier nivel de exposición puede suponer un riesgo.

Ya en 1998, la Unión Europea consideró prioritaria la investigación de estas sustancias y desde entonces, ha mejorado en gran medida el conocimiento sobre los efectos de estas sustancias sobre la salud humana y el medio ambiente. Desde entonces, la Organización Mundial para la Salud (OMS), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y  la Agencia Europea de Medio Ambiente han publicado varias revisiones del estado del conocimiento sobre los impactos de los disruptores endocrinos.

MYS ha publicado en varias ocasiones artículos sobre los efectos sobre la salud humana incluyendo cánceres hormono dependientes, daños al sistema reproductor e inmunitario, enfermedades metabólicas (ej. diabetes, obesidad), señalando la mayor vulnerabilidad de las mujeres a estas sustancias.

A pesar de que fueron los impactos sobre la fauna silvestre los que dieron la voz de alarma sobre la peligrosidad de estas sustancias, el conocimiento en este campo ha avanzado mucho menos que en los efectos sobre la salud humana. Esto se puede deber a las prioridades en la financiación científica, pero también a la complejidad de realizar estudios en animales silvestres. 

Los mamíferos son los animales más contaminados con sustancias químicas sintéticas debido a su posición en la cadena alimentaria, sin embargo, hay muy pocos estudios de campo sobre los efectos de su exposición a disruptores endocrinos. La evidencia existente muestra la relación entre la carga corporal de contaminantes y efectos sobre las hormonas tiroideas en focas, leones marinos, ballenas beluga, delfines, osos polares y zorros árticos.

También hay varios estudios que relacionan la carga contaminante con impactos sobre hormonas reproductivas y suprarrenales en focas y osos polares incluyendo el declive de las poblaciones de focas en los años 50 del siglo XX y los problemas reproductivos de los osos polares debido a la reducción de la calidad del esperma y óvulos y del tamaño de útero y pene.

Los estudios realizados en animales de laboratorio para determinar la toxicidad en humanos muestran importantes efectos de los disruptores endocrinos sobre mamíferos, incluyendo criptorquidia, hipospadias, bajos niveles de hormonas testiculares, bajo conteo espermático, patologías testiculares en machos; y disfunciones de los ovarios, reducción de la fertilidad, endometriosis, miomas, oclusiones y estenosis ováricas en hembras. 

Estudios de campo muestran una disrupción endocrina generalizada de los peces silvestres en toda Europa. Por ejemplo, los impactos sobre los rutilos en los ríos del Reino Unido muestran la prevalencia de elevadas concentraciones de vitelogenina (una proteína plasmática femenina) en machos.  Se encuentran peces feminizados aguas debajo de depuradoras en numerosos ríos europeos. Aunque los efectos masculinizantes son menos prevalentes, también se ha documentado reducción del conteo espermático en varias especias aguas debajo de depuradoras. También se han observado elevados niveles de vitelogenina en especias predadoras como el atún y el pez espada en el Mediterráneo, probablemente por la ingesta de sustancias estrogénicas a través de su dieta. Como consecuencia de la feminización y masculinización se ha observado una reducción de la fertilidad de las especies afectadas.

También se han documentado alteración de las hormonas tiroideas de peces en zonas contaminadas que no se observan en las mismas especies que viven en zonas más limpias de los mismos ríos.

Los estudios muestran que los peces están expuestos a mezclas complejas de concentraciones bajas de contaminantes cuyo efecto combinado parece ser responsable de las alteraciones endocrinas que se observan. Se considera que concentraciones de contaminantes estrogénicos en el agua por encima de 1 ng/l tienen graves efectos sobre las poblaciones

Los Anfibios son muy vulnerables a la exposición a disruptores endocrinos debido a la elevada permeabilidad de su tegumento y a la posibilidad de estar expuestos a contaminantes en el agua durante periodos críticos de su desarrollo. Al estar la metamorfosis regulada por las hormonas tiroideas, la disrupción de estas hormonas tiene especial relevancia en estos animales. Diversos estudios han demostrado los impactos sobre la metamorfosis de los renacuajos del bisphenol-A, el herbicida acetocloro o los nonilfenoles (presentes en detergentes industriales). 

Se han observado también impactos sobre gónadas sexuales (intersex), feminización y alteración de concentraciones de hormonas sexuales en anfibios expuestos a pesticidas.

Los reptiles más estudiados son los caimanes de Florida, debido a la disminución de su población en el lago Apopka tras el vertido de los pesticidas DDT y dicofol en los años 80 del siglo XX. Los estudios han mostrado que la reducción del tamaño fálico y la alteración de las concentraciones de testosterona han comprometido su fertilidad.

Los efectos endocrinos debido a la exposición a sustancias sintéticas más estudiados en aves silvestres son disfunciones tiroideas. Además, machos expuestos a contaminantes estrogénicos han cambiado su patrón de canto, un rasgo importante para atraer a las hembras. 

La exposición a contaminantes estrogénicos de animales de laboratorio ha mostrado la reducción de la fertilidad y de los niveles de testosterona en plasma de machos, y la reducción de la fertilidad, aumento de la rotura y la reducción de los ratios de eclosión de huevos.

Los invertebrados mejor estudiados son los moluscos debido al declive de especies comerciales por la exposición a disruptores endocrinos, como el tributil estaño (TBT), utilizado en pinturas antiincrustantes para barcos. Se considera que el TBT, ya prohibido en Europa, es responsable de la esterilidad de más de 200 especies de gasterópodos. 

La exposición a disruptores endocrinos también afecta el desarrollo, la fecundidad y la reproducción de insectos. De hecho, muchos de los pesticidas más efectivos que se han desarrollado interfieren en su sistema hormonal. 

Estamos inmersos en una crisis global de biodiversidad. Al declive de poblaciones por la contaminación, se une la pérdida de hábitats por deforestación, prácticas agrícolas industriales y el cambio climático. 

De hecho, se considera que la pérdida de biodiversidad ha sobrepasado los límites de seguridad planetaria al estar afectando a funciones ecosistémicas. Esto es, estamos sobrepasando los límites que permiten la continuidad de la vida humana en la tierra tal como la hemos conocido en los últimos miles de años. 

Parece urgente tomar medidas, ¿verdad? 

Dolores Romano Mozo

https://eeb.org/
Responsable de políticas de sustancias químicas en la Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB)