Guerra y Paz. ¿Pero qué tipo de Paz? La Paz de la civilización feminista

Si para salir de la violencia se practica la violencia no es posible la paz verdadera. Todas las guerras tienen que ver con grandes intereses económicos que se encuentran en la proliferación y venta de armas e instrumentos militares, así como en la destrucción y posterior construcción de las ciudades, reorganización y apropiación de territorios y recursos energéticos, estratégicos, alimentarios o mineros. Las guerras destruyen las relaciones afectivas y amorosas, se multiplican aún más las violaciones y se instauran relaciones de dominio-sumisión, maltrato y revancha. Aumenta la violencia de las palabras y la comunicación manipuladora, produciendo una mitología de pertenencia y un nacionalismo que excluye a otros, como el de la Alemania nazi o el de La Gran Serbia, en la guerra de la Ex Yugoslavia, a través de un mundo dual de amigo-enemigo. Grandes masas se dejan arrastrar así al delirio y la autodestrucción, gracias a una identificación con un pensamiento narcisista, que no ve a los otros, diferentes, y que cree salvar al mundo destruyendo a otros, a quienes hacen culpables de todo mal. Parte de la humanidad está en esta dinámica. Otra parte trabaja por instaurar la paz, creando vínculos afectivos y de interdependencias pactadas. En la parte de la humanidad que trabaja por la paz tenemos varios ejemplos; personas y grupos del mundo artístico, filosófico, educativo, psicológico, pacifista y de DD.HH. 

La película Aleksandra (2007) narra hechos de la guerra entre Rusia y Chechenia que podrían ser verídicos, porque sobre todo nos muestra el deseo y la convicción que anidan en el corazón de Aleksandra, una abuela rusa resuelta, que hace un viaje al frente ruso  para ver a su nieto. Lo primero que muestra esta mujer y que dice al nieto es la gran suciedad y el olor que se desprende del lugar donde está su nieto, la suciedad y el olor de la guerra y de los soldados que la hacen. ¿Cómo podéis vivir en medio de esta suciedad y siempre con las botas puestas? Dice a su nieto. Como oposición a esta suciedad Alexandra extiende su cabellera y da un peine a su nieto para que la peine, como hacía cuando era niño. Es un gesto simple que lanza al corazón de su nieto para que vea la enorme distancia que existe entre los cuidados del cuerpo y la suciedad y descuido de los cuerpos y la vida en la guerra. También vemos la importancia de los vínculos de empatía y solidaridad entre mujeres rusas y chechenas. De hecho, fueron juntas a traer a sus hijos del frente a casa, con el poder y la sabiduría de las madres que defienden la vida por encima de todo, como Antígonas rebeldes por encima de lo que se llama deber de la patria. Matria como vida y oposición a Patria y guerra. Alexandra cruza un atardecer la barrera que separa el frente ruso de Chechenia. Y aunque los guardias semidormidos le dan el alto, ella sigue adelante para encontrar a las mujeres chechenas en un mercado, hablar con ellas y compartir alimentos que ellas venden pero que ofrecen a Alexandra como regalo. Así comparten un trozo de vida en paz, porque ellas no se sienten enemigas. Estos dos gestos constituyen una gran metáfora cargada de significado: los cuidados y la comunicación empática como lo más contrario a los desastres de la guerra y al concepto de enemigo.

En una reunión internacional de Mujeres de Negro en la Ex Yugoslavia, conocí a una mujer chechena. Era soprano y se había quedado sin voz después de los atentados de Rusia sobre Chechenia. Venía con un álbum de fotos y mostraba los horrores de la guerra sobre los cuerpos destrozados en pueblos arrasados. Las imágenes hablaban por ella, una Antígona viviente sin voz, pero con imágenes.

Las mujeres de negro de la Ex Yugoslavia, de Israel y Palestina y de todo el mundo decimos que nuestros gobiernos pueden ser enemigos, pero nosotras somos amigas. Y decimos un No a la guerra. No en nuestro nombre. Pero no basta este, No a la guerra.  Numerosos colectivos de mujeres están trabajando en favor de la paz, que no es ausencia de guerra sino defensa de la vida y de los cuidados que supone: cuidado de los cuerpos, escucha y empatía con lo Otro diferente, escucha de lo diferente dentro de nuestro ser, cuidado de todos los seres y de todo el planeta como ente vivo, viendo la interdependencia que tenemos unos seres con otros, unos pueblos con otros y con todo lo que existe en la tierra y en el cosmos. Se trataría, como dice la genetista Bárbara Mc Clintock, de centrarse en la sociedad humana como un sistema viviente del que todos formamos parte, como un sistema ecológico. Por eso podemos decir que la humanidad está amenazada por ella misma. Y solo ella misma puede neutralizar esta amenaza, regulando el mundo desde su interior. 

Los conflictos son inevitables cuando existen diferentes necesidades, deseos e intereses, pero podríamos transformar nuestro mundo de lucha en una coexistencia pacífica, logrando que el conflicto sea productivo en lugar de destructivo. ¿Cómo? Reforzando los vínculos entre los pueblos, reconociendo a los otros, viendo sus necesidades, deseos e intereses, que nos pueden inducir al intercambio y cooperación por el bien común. Esta transformación ya se está dando en varios lugares del planeta. El cambio está en la mirada con corazón y empatía, y en la creencia y esperanza de que la voluntad humana, unida al amor, puede construir hermosos proyectos. Tenemos algunos ejemplos en las guerras de la Ex Yugoslavia, Afganistán, Colombia, África…etc. 

 El trabajo y las relaciones que establecen muchas mujeres en situaciones de conflicto son inconmensurables. Sin embargo, esta labor queda invisibilizada. Recordemos la labor incansable de las madres-abuelas argentinas de la Plaza de Mayo, hasta crear una Universidad Popular por la Paz, la  de las mujeres de Negro de Israel y Palestina, las de la Ex Yugoslavia, que a través de sus performances tratan de hacer reflexionar a la sociedad civil para no olvidar el genocidio de Srebrenica y lo que hizo la Gran Serbia de Milosevic, las de Colombia, denunciando violaciones, desplazamientos y muertes de poblaciones, de líderes y lideresas, reivindicando justicia, reparación y no repetición, y trabajando en las negociaciones de paz con una visión de género que tenga en cuenta las situaciones especiales que afectan a las mujeres en tiempos de guerra y de paz. Asociaciones de mujeres de todos los ámbitos y lugares del país, que con sus denuncias y acciones de duelo, reparación y organización social y educativa tratan de que la sociedad no olvide y tome conciencia de los conflictos para transformarlos en bienestar. Hago una mención especial a la creación, por parte de la OFP, de la Casa-Museo de la memoria y los DD.HH de las mujeres, en Barrancabermeja, casa que conocí en el verano de 1919. Es de destacar también la labor de Patricia Ariza,  directora de teatro de La Candelaria que denuncia en plazas y teatros, con artistas y desplazadas juntas, los desplazamientos, asesinatos y violaciones.

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Performance de MdN de los Balcanes. Plaza de Belgrado

El Colectivo de Paz y Desmilitarización de los Grandes Lagos de África, organismo que agrupa a mujeres de Ruanda, Burundi, de Kivu Norte/Sur de la República Democrática del Congo, aliadas a la Marcha Mundial de las Mujeres, hicieron un llamamiento por la paz en esa región africana y en el mundo entero, profundamente preocupadas por la reactivación de las guerras y los conflictos armados, exigiendo el reconocimiento de las mujeres como agentes y negociadoras de la paz. Explican que  la causa principal de la violencia infringida a las mujeres radica en el sistema patriarcal profundamente enraizado, en el cual las mujeres viven la marginación y la negación de sus necesidades y derechos por razón de género.

Las Mujeres por la paz de Liberia (WWIPNET) se dieron cuenta de que durante años habían soportado una atroz guerra donde las violaciones, los asesinatos y todo tipo de violencia eran el pan de cada día. Leyman Gbowee, una trabajadora social, tuvo un sueño que plasmó en la idea de reunir a varias decenas de mujeres en el 2002 para orar, cantar y bailar por la paz en un mercado del pescado, lugar donde se reclutaba a niños soldados. Empezó así un gran movimiento de mujeres por la paz, liderado por Gbowee y Freemant, que reunió a cristianas y musulmanas., dando lugar a la Red de Mujeres por la Paz (WIPNET) y organizando marchas silenciosas, haciendo una huelga de sexo y presionando al presidente del gobierno, haciendo sentadas fuera del palacio hasta conseguir que asistiera a las conversaciones de paz en Ghana, y lo mismo hicieron con los señores de la guerra, los rebeldes,  implicando con sus actuaciones a los medios internacionales. Cuando se acabó la guerra siguieron trabajando por la paz, la justicia y la reconciliación, construyendo cabañas para la paz, palavas, como lugares de encuentro para analizar y resolver sus problemas, apoyarse y construir la paz en sus comunidades, haciendo de mediadoras en todo tipo de conflictos, y trabajando además por la educación y la alfabetización de las mujeres. Este movimiento ha logrado inspirar a otros movimientos de mujeres en Nigeria y Costa de Marfil, demostrando el poder que pueden tener las mujeres cuando se unen por un objetivo común. 

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Todas estas mujeres y muchas más siguen los pasos de Antígona, acompañando y reparando todos los infiernos de las guerras, poniendo conciencia y memoria de los desastres, para no olvidarlos y no volverlos a repetir. Es una gran obra de civilización.

María Zambrano,   6 meses antes de morir, en 1990, a propósito de la guerra del Golfo, escribe Los peligros de la paz, donde nos dice que la paz no es ausencia de guerra, sino un modo de vivir y de habitar en el planeta, una verdadera revolución en la que la violencia sea cancelada de las costumbres. Riane Eislesr, en El Cáliz y la Espada, habla de la necesidad de transformar un modelo dominante en otro solidario que nos vincula a otros, y que se puede impulsar, sin lugar a dudas, desde la educación, las leyes y la justicia internacional, entre otras cosas, aprendiendo a transformar el conflicto en lugar de suprimirlo o hacerlo estallar en forma de violencia. El propio Freud, en su carta de respuesta a la pregunta que le lanza Einstein: ¿Hay una manera de liberar a los seres humanos de la fatalidad de la guerra?, le dice, entre otras cosas, que es necesario asumir la propia violencia y no exportarla fuera a través de un proceso de negación. Solo si comprendemos la propia violencia se puede comprender y reducir la de otros. Y dice “Todo lo que establezca vínculos afectivos entre los seres humanos debe actuar contra la guerra.”

Resumiendo. Para que el modelo de la solidaridad y del amor se conviertan en práctica común ha de haber continuidad y relación entre los comportamientos privados, los sociales y los de quienes gobiernan. Debemos interiorizar todas las personas otro modelo de civilización que produzca modificaciones de la psique para que no demos paso a ninguna guerra. Una gran labor de todos los medios educativos, de toda la sociedad y de todos los seres humanos. ¿Para cuándo? Esto sí que sería una gran revolución, un gran paso de la humanidad hacia otra conciencia fuera del patriarcado y el neoliberalismo económico.


Charo Altable Vicario

Profesora jubilada, experta en Coeducación emocional y sexual, Terapeuta y escritora. Mujeres por la salud y la Paz. Mujer de Negro. Associació per la Coeducació de Valencia.

Profesora y Terapeuta. Escritora.
Associació per la Coeducació. (Valencia)