Sororidad, Resiliencia y nuevas acciones frente  la pandemia 

“La libertad de opinión es una farsa si no se garantiza la información objetiva y no se aceptan los hechos mismos”. Hannah Arendt

Las pandemias, como las guerras, sacuden las emociones, los cuerpos y las mentes de todos los seres humanos que estamos implicados en ellas. Analizar lo que está pasando en estos tiempos de confusión, de muertes y de ausencia de esperanza, requiere saber mantener el equilibrio entre la libertad humana y la pluralidad de los pensamientos que puedan construir “un mundo común”, en palabras de Hanna.

Es la información objetiva la que garantiza que nos podamos pronunciar sobre lo que está ocurriendo en un momento dado. Este ha sido el trabajo de la revista MYS desde sus comienzos. Las opiniones sólo pueden formarse a condición de que exista está información objetiva y una discusión auténticamente plural y abierta; de lo contrario “habrá estados de ánimo, pero no opiniones”.

Aunque nos muevan las emociones, y en estos dos años de pandemia, se han cruzado en nuestras vidas y en nuestros cuerpos miles de estados de ánimo contradictorios, tenemos que hacer un esfuerzo para analizar la realidad con el máximo rigor, buscando los datos y los hechos, y viendo todos los puntos de vista, las múltiples caras que tiene el análisis sobre cómo la pandemia ha afectado la salud y las vidas de todas/os los profesionales sanitarios y de toda la ciudadanía.

A pesar de los voluntaristas anuncios previamente anunciados, no estamos saliendo, en general, ni más fuertes, ni más solidarios: tanto personal sanitario como socio-sanitario están al borde del colapso y más del treinta por ciento se ha planteado dejar la profesión en algún momento.

A pesar de los aplausos de cada día a las ocho de la tarde, ellas y ellos están viendo caer sobre sus espaldas la sexta ola de la pandemia, estimulada por los botellones, las fiestas en discotecas, las comidas multitudinarias las aglomeraciones para compras consumistas y las, muchas veces, contradictorias recomendaciones y leyes de las instituciones. Dar su vida para cuidar a los demás, contrasta con los que consumen la suya pensando sólo en sí mismos.

Es un momento de crisis, para pensar, analizar y proponer. Y para poder analizar la realidad deberemos ir construyendo un relato. Un relato de algo que está en curso, que no ha finalizado, como nos dice la Dra. Pilar Babi analizando las necesidades del colectivo de profesionales de la salud. Un relato de “lo traumático ya conocido” que implica la “retraumatización de quienes apenas se habían recobrado de la erosión emocional inicial”, en palabras de Regina Bayo.

La pandemia ha puesto de manifiesto que no teníamos ni una sanidad tan buena como creíamos, ni una salud pública preparada para analizar los datos epidemiológicos de mortalidad y morbilidad de manera eficiente coordinando los datos de todas las comunidades autónomas. Las listas de espera para hacer pruebas diagnósticas han aumentado, así como la dilación de tiempo para efectuarlas y se ha retrocedido en el diagnóstico de nuevos tipos de cáncer, de diabetes y de otras muchas patologías, que afectan especialmente a las mujeres. También el seguimiento de las enfermas y enfermos crónicos y el cuidado de las personas con problemas de salud mental ha retrocedido durante la pandemia. Ha habido muertes y muchísimo sufrimiento innecesario. Y no olvidemos la advertencia de Victoria Camps: “además de curar, uno de los fines de la medicina es cuidar a los que no tienen curación”.

 Esta crisis puede convertirse en una gran oportunidad para hacer más eficiente y saludable el sistema sanitario y la olvidada atención primaria para, en palabras de María del Mar García Calvente,“poner realmente los cuidados en el centro, para trabajar en algunos retos pendientes que trasciendan a la pandemia y que eviten retrocesos en igualdad, incorporando el enfoque de género de manera transversal”.  

También la salud de las/los profesionales sanitarios que cuidan y escuchan, ha de ser cuidada y escuchada, porque tienen que ser igualmente protegidos por la ley de prevención de riesgos laborales, y no deben ver pisoteados sus derechos. Han demostrado, como el resto de la ciudadanía, y especialmente las mujeres, un inmenso capital de resiliencia, agobiados por la gran cantidad de información y a la vez, de desinformación, que nos ha inundado durante los casi dos años de pandemia.

Sabemos a estas alturas que sólo venceremos a la pandemia con una estrategia que permita la salud global en todo el mundo, ya que no hay fronteras para los virus, como tampoco para la contaminación ambiental y el cambio climático. En palabras de la Dra. Esther Gajón: “A mi, todos estos meses de miedo, agotamiento e incertidumbre me han enseñado una cosa: el mundo será solidario y cooperativo, o no será”.

Proponemos que esa hermosa palabra, “sororidad”, siga creando comunidad entre mujeres, de manera que sus redes actúen como soporte terapéutico para enfrentarnos a los males que nos acechan y de los que estén por venir. Y en palabras de la Dra. Mar Rodriguez Gimena, trabajemos para “mirarnos con amor y recuperar nuestros cuerpos y nuestras vidas”.

Y para empezar, os invitamos a sumergiros en nuestro dossier.