24 años de MyS contra la medicalización

Vaya por delante esta reflexión: Cada vez es más evidente que la salud, mejor dicho, la enfermedad, es un jugoso negocio. Sólo hay que ver cómo multinacionales que nada tiene que ver con la medicina han entrado en la carrera (Google, Amazon, etc.). Esto, que la salud-enfermedad se haya convertido en un bien más de mercado, está teniendo consecuencias desastrosas para la medicina, para la profesión médica y, naturalmente, para la salud.

A lo largo de los 50 números de MyS, muchas autoras, yo entre ellas, hemos denunciado la medicalización de la salud y de la vida, especialmente de las mujeres. Antes de señalar los temas principales que hemos planteado y trazar sucintamente su evolución a lo largo de estos años, creo que es buena idea, pensando en las lectoras no profesionales o recién llegadas a MyS, empezar definiendo de qué hablamos cuando hablamos de medicalización.

¿QUÉ ES MEDICALIZAR?

Primero de todo hay que distinguir entre medicar y medicalizar. Medicar es una palabra neutra, es la acción de prescribir y administrar un medicamento, y esto puede ser una intervención acertada o no. Sin embargo la palabra medicalizar es de por sí peyorativa, hace referencia a una intervención médica o farmacológica excesiva o innecesaria y, por tanto, indeseable. Este es el marco conceptual amplio, y dentro de él podemos dar definiciones más concretas y parciales, por ejemplo: intervenir en los procesos naturales del organismo o de la vida como si fueran patologías, que es una forma de medicalización ejercida especialmente sobre las mujeres (menstruación, embarazo, parto, menopausia, vejez…). También es medicalizar intervenir desde la medicina en cuestiones en las que el ámbito médico no es el más adecuado como ocurre con la prevención de enfermedades, en la que es más útil prestar atención a las condiciones de vida y trabajo, el medioambiente, las desigualdades sociales y de género, etc. También es medicalizadora la omnipresencia del fármaco en las intervenciones médicas; la reducción de la multicausalidad de un problema a una sola causa tratable médica o farmacológicamente; la sobre-especialización de la medicina; la falta de tiempo y capacidad de maniobra y falta de recursos de derivación de la atención primaria… En fin, todo aquello que, en lugar de ayudar a ver globalmente a la persona, la fragmenta y desindividualiza como si el cuerpo fuera una máquina despiezable de funcionamiento homologado independiente del sujeto y su vida.

Otra fuente de medicalización muy importante es la investigación: Qué se investiga y qué no, cómo y para qué, son preguntas importantes. En el caso de las mujeres, la ausencia de investigación en temas específicos o que les afectan especialmente (endometriosis, fibromialgia, exposición a tóxicos, violencia sexista, precariedad laboral, etc.) conduce a una sobretratamiento con psicofármacos o analgésicos, por ejemplo; claro que también puede conducir a un sobretratamiento la investigación específica cuando ésta se centra en un aspecto parcial del funcionamiento orgánico de las mujeres para controlarlo, sin interés por conocer en profundidad los procesos y sus implicaciones en el funcionamiento integral del cuerpo, como ocurre con los anticonceptivos hormonales y el tratamiento hormonal para la menopausia.

24 AÑOS DENUNCIANDO LA MEDICALIZACIÓN DESDE MYS

He aquí un repaso breve de los temas que nos han mantenido más ocupadas:

Medicalización de la Menstruación. A pesar de la evidencia que tenemos desde hace muchos años de los graves efectos adversos de la anticoncepción hormonal, se sigue recomendando ésta muy por encima de otros métodos anticonceptivos no perjudiciales, como son los de barrera (el diafragma ha desaparecido prácticamente por falta de capacitación profesional). Y, lo que es peor, se siguen recomendando, sin ninguna base, los ACH para “regular la regla”, lo que en realidad significa tapar los síntomas menstruales en lugar de usarlos como guía para ahondar en el estado general de salud de la mujer que los padece. 1

Medicalización de la Menopausia. La menopausia como objetivo de mercado empezó en los años sesenta, cuando se difundió la idea de que no era una etapa normal del proceso de envejecimiento de las mujeres sino un problema endocrino, preparando el terreno para la terapia hormonal que, apoyada en estudios fraudulentos, supuso un impresionante negocio durante la década de los 90. Fue desenmascarada en 2002 por el macro estudio Women’s Health Iniciative que demostró no solo que los beneficios cardioprotectores que se le atribuían eran ficticios sino también que ocurría justamente lo contrario: provocaba muertes por problemas graves cardiovasculares y cerebrovasculares, además de por cáncer de mama y ovario. A pesar de ello, la industria nunca se ha resignado y cada cierto tiempo la THS trata de volver a levantar la cabeza: poder tratar a la mitad de la población a partir de los 50 (un promedio de 25 años) es un negocio demasiado tentador.2 Vacuna contra el HPV. El epíteto “antivacunas” se ha convertido en la forma rápida de descalificar a cualquier profesional o usuari@ que critique una vacuna, como si todas las vacunas fueran iguales, que no lo son. Hay vacunas útiles y necesarias y otras no. Es el caso de la vacuna contra el virus del papiloma humano (HPV), incluida en el calendario vacunal en 2008 pese a no contar con ninguno de los requisitos básicos para un medicamento preventivo aplicado a población sana: seguridad, necesidad y eficacia, ya que es una vacuna innecesaria (la enfermedad que pretende prevenir, el cáncer de cuello de útero, es muy poco prevalente y se puede detectar con mucha anticipación mediante una simple citología); no se conoce su eficacia porque hay que esperar varias décadas para ver si funciona (solo contamos con hipótesis); y no es segura (entraña riesgos raros pero graves para la salud). Otro rasgo irregular es que se administra a niñas, cuando no ha sido estudiada en este grupo de población y además la enfermedad que trata de prevenir es de mujeres maduras (50 años).10 Medicalización de la Fertilidad. Nada más oscuro que el negocio de la reproducción asistida. Dado que casi toda se lleva a cabo en el sector privado, y dada la desidia de los gobiernos y de la Comisión Europea por hacer cumplir la normativa acordada, la opacidad de los dato es total: ¿Cuál es el porcentaje real de éxito de los tratamientos? ¿Qué información real de riesgos se les da a las mujeres que se someten a ellos?, ¿y a las donantes de óvulos (las más vulnerables y vulneradas en el proceso)?4 En España ni siquiera hay un registro oficial de donantes con lo que ni se controlan los efectos adversos que padecen ni se controla la cantidad de veces que donan óvulos. Medicalización de la Sexualidad. Baste decir sobre este tema que, desde que salió Viagra al mercado (1997) y se convirtió em lo que llaman un medicamento “blockbuster” (o sea, un superventas), la industria anda loca por sacar un equivalente para mujeres sin importarle las consecuencias para la salud de éstas y sin escatimar mentiras. Aún así, siguen sin dar con la tecla: su viagra femenino ni siquiera llegó a salir al mercado, sus parches de testosterona, Intrinsa (2006), dada su escasísima eficacia y sus muchos riesgos, duraron cinco minutos y su antidepresivo reconvertido, Flibanserida (2015), ni siquiera llegó a comercializarse en Europa.5

PARA ACABAR

Pero hay más asuntos, muchos más (denunciados en MyS y fuera de MyS), se diría que a cada piedra que se levanta aparece un nuevo caso de medicalización: sobrediagnóstico y sobretratamiento de la osteoporosis, colesterol, hipertensión, frenillo lingual de los bebés, por citar solo los que ahora mismo me vienen a la mente; o tratamientos que son peor el remedio que la enfermedad porque generan dependencia y causan trastornos graves: estatinas, antidepresivos, omeprazol,…. ¡SOCORRO!

Necesitamos una revolución. Un golpe en la mesa, un basta ya. Un cambio de mentalidad de profesionales y pacientes; necesitamos volvernos to@s impacientes, recuperar nuestros cuerpos y nuestra vidas, arrebatárselo a una medicina corrompida por la mercantilización de la salud.

Y necesitamos una sanidad pública fuerte y científica, es decir: independiente de la industria, autocrítica, curiosa, librepensadora y atrevida.


BIBLIOGRAFÍA MYS ESCOGIDA

  1. Carme Valls Llobet. Anticonceptivos hormonales: ya no son la primera opción. MyS 25, Dossier pg 29-31.
  2. José Ramón Rueda. La medicalización de la menopausia, el caso de iatrogenia más importante en la historia de la medicina. MyS 2004; 13-14: 10-13. 
  3. 10 años de vacuna del papiloma. MyS 2019; 46 Dossier.
  4. Judy Norsigian. ¿Es seguro donar óvulos? MyS 2014; 37: 9-10.
  5. El negocio del a sexualidad femenina. Margarita López Carrillo. MyS 2015; 19: 9-11.
  6. Imprescindible NoGracias http://www.nogracias.org/
  7. La revolución del a reproducción. Dossier MyS nº 9, 2002.
  8. Ser mujer no es una enfermedad. Dossier MyS nº 15, 2005.
  9. ¿Para quién el beneficio? Dossier MyS nº 26-27, 2010.
  10. 10 años de vacuna del papiloma. Dossier MyS nº 46, 2019.

Margarita López Carrillo

Activista feminista de salud