MyS LIBROS. Desbordando sexo y género

DESBORDANDO SEXO Y GÉNERO
El amplio abanico de las identidades
Claudia Trúzzoli
Ediciones Bellaterra, 2020

Reseña de la autora

Escribí este libro respondiendo a la demanda de información de parte de muchas amigas que ignoraban las cuestiones relativas a estas nuevas identidades, a veces con prejuicios y confusiones. Sorprendentemente, esa ignorancia es compartida por muchos profesionales que, ignorantes frente al desbordamiento de las identidades binarias clásicas, se encuentran en dificultades a la hora de enfrentarse a las demandas específicas por parte de colectivos transexuales, transgéneros e intersexuales, los cuales aspiran a ser reconocidos en su identidad sentida cuestionando el carácter monolítico de la misma en base a la anatomía y la denunciando, en el caso de los intersexuales, la violencia ejercida frente a su ambigüedad genital por parte del personal médico que opera sus genitales para adecuarlos a un género determinado, sin saber si esa atribución de género les es sintónica.

La falta de información específica sobre el tema afecta incluso a algunas Unidades de Género a las que acuden familias que tienen hijos transexuales para obtener apoyo, información y tratar de encontrar una solución para sus hijos.

Las transexuales sostienen que la identidad genérica está en el cerebro, y se decantan por explicaciones causales más esencialistas. Los transexuales, en cambio, prefieren explicaciones causales más constructivistas, apelando a la sociología y a la cultura que ofrecen modelos estereotipados de género con los que no se sienten en sintonía.

Muchos años atrás, escribí el libro “El sexo bajo sospecha”, donde denunciaba el papel, a veces castrador, de los estereotipos de género, en un intento de desligarlos de la anatomía genital, o sea, que el nacer hombre o mujer no lleva consigo la garantía de querer serlo de acuerdo a los estereotipos al uso. Pero dado el aumento del número de sujetos que se definen como transexuales, parece ser que ese despegue de los estereotipos no les es suficiente.

Recientemente (poco después de la publicación del libro que ahora presento) ha aparecido una intensa polémica que enfrenta a ciertos sectores trans muy radicales -los cuales reivindican no sólo ser considerados mujeres sino que la palabra mujer va desapareciendo en sus discursos siendo reemplazada por “personas gestantes” y “personas menstruantes”y sectores feministas alarmados por lo que consideran un retroceso en la lucha por la igualdad de derechos, que tanto ha costado obtener, y en la denuncia del ejercicio de un poder patriarcal opresivo. Desafortunadamente, cuando escribía ”Desbordando sexo y género”, esta polémica aún no había surgido.

El sexo no es carne pura sino una metáfora que tendrá para cada sujeto una significación particular. Por eso este ensayo es una llamada de atención a los prejuicios que intentan dar una consistencia rígida a una identidad definida por consenso social, no sólo en cuestiones de género sino de orientación sexual, cuando en realidad el deseo, entendido como energía vital en el sujeto humano, es más amplio que el estrecho margen que le otorgan los estereotipos, los semblantes de género y las etiquetas que definen su orientación sexual. Por tal motivo hay capítulos críticos con la pretendida pureza de la heterosexualidad, cuyas fronteras no siempre son tan alejadas de fantasías homosexuales, otro que trata de las distintas homosexualidades atacando el prejuicio que las coloca uniformemente en la perversión, otro que trata de mostrar las vivencias de los transexuales e intersexuales con sus propias palabras, amenizando sus discursos con la referencia a películas muy pedagógicas que tratan los distintos temas.

También incluyo otros capítulos que estudian las relaciones de poder que se establecen entre los sujetos, los abusos, el maltrato, la violencia machista, una manera original de dirigir la cura en mujeres maltratadas, una descripción de los distintos tipos de celos, y las iatrogenias que se producen en la dirección de la cura por ceguera de quien las dirige.

Como psicoanalistas con perspectiva de género, tenemos la obligación ética de escuchar sin prejuicios tanto los relatos de mujeres maltratadas, como la escucha de estas nuevas subjetividades que intentan incluirse en un orden simbólico que reconozca su especificidad. Eso nos obliga a poner en suspenso lo que creemos saber y reconocer que hay algo desconocido en cuestiones de sexo y estar advertidos para no sucumbir a la repetición de conceptos que transforman las incertidumbres -más propias de lo real- en falsas certezas. Lo que hagamos hablará más de nosotras mismas que de los demás.