Mujeres y Salud - Revista de comunicación cientifica para mujeres
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Una visión dinámica de la salud: la forma del cuerpo, condiciona su función
Malen Cirerol, Terapeuta en Diafreo

Juana aprendió a contener su rabia apretando fuertemente el vientre. Con los años se quedó sin regla.
María apretaba todo su cuerpo para desaparecer y acabó teniendo fibromialgia.
Pedro acosado en el trabajo, doblado psíquicamente y físicamente comprimía su estómago que, tironeado y presionado, respondió con una hernia hiatal.
Federica se hizo fuerte. Se prometió no llorar nunca. Enderezó su nuca, apretó fuertemente los músculos anteriores del cuello. Con el tiempo los vértigos hicieron su aparición.
La forma armónica de nuestro cuerpo no es caprichosa.

Todos nuestros sistemas, cada función fisiológica y psíquica, cada órgano, ocupan el preciso espacio para el que han sido concebidos. Están perfectamente conectados, organizados y sincronizados para transmitir y recibir la información necesaria para su funcionamiento.
No obstante, cuando en un libro, en un programa de TV. o en un reportaje vemos imágenes del interior de nuestro cuerpo, raramente las encontramos relacionadas con un todo, sino parceladas en aras a una mejor comprensión local.

Por otro lado, la medicina cada vez más especializada en fragmentos siempre más pequeños de nuestro organismo, alimenta también esta concepción de nuestro cuerpo fraccionado en áreas y funciones.
El resultado es una falta del concepto espacial, dinámico e interconectado de nuestro organismo, y por lo tanto la pérdida de una fuente de información muy importante sobre sus mecanismos.

Una forma de recuperarla es aprender de nuevo a mirar el cuerpo en su forma y su globalidad. Porque observando las asimetrías y los bloqueos, podremos tener una orientación inestimable para comprender ciertos malestares y patologías.
Nuestro cuerpo es un todo; en él no hay espacios libres. La interdependencia de unos elementos con otros implica que cada desplazamiento, cada compresión en cualquiera de sus partes tiene repercusiones en el resto.
Observando un corte sagital de nuestro cuerpo podremos ser conscientes de esta relación dinámica.
Cada órgano ocupa su espacio mantenido en él mediante un sostén de ligamentos formando una trama continua que une una víscera con otra y éstas a la estructura ósea.

Tampoco los músculos actúan solos sino que sus inserciones se enlazan formando cadenas que actúan en conjunto. La contracción de un músculo arrastra las inserciones de los que le siguen. Las contracciones y acortamientos de estos músculos tienen también una acción sobre los conjuntos de nervios y vasos sanguíneos que los atraviesan que, a su vez, influyen sobre las vísceras y órganos que dependen de ellos.

De cómo la forma condiciona la función

En consecuencia, cuando la forma de nuestro cuerpo cambia, hay una repercusión en todos los sistemas vitales.
Cuando el sistema muscular se desequilibra y el cuerpo cambia su eje o su postura, cambiará también la situación de los órganos y la presión sobre ellos; también estos cambios influenciarán la compleja red de comunicación, los meridianos de energía, y, si vasos y nervios son comprimidos, su función quedará afectada inevitablemente en mayor o menor grado. Aparecerán así síntomas o patologías que rara vez, o nunca, se relacionarán con la estructura física y la dinámica del cuerpo.

Imaginemos el funcionamiento de un sistema de riego en un jardín:
Un acodamiento, una piedra que comprima el sistema, afectará al riego de toda una zona, con los consiguientes problemas en las plantas. Las plantas enfermarán. Tratarlas será una solución local. Sin embargo, al igual que en nuestro cuerpo, la definitiva será restablecer el buen funcionamiento del sistema de riego.

Si miramos un libro de anatomía, podemos observar, por ejemplo, como debajo de la campana muscular del diafragma están los órganos digestivos, y, a caballo por encima de él, el corazón y los pulmones.
Esta observación nos permite deducir que un bloqueo en inspiración del diafragma (que en mayor o menor grado es muy frecuente, debido a causas emocionales), tirará del ligamento del pericardio (envoltura del corazón), tirará también del esófago, que, a su vez, tirarán de sus correspondientes plexos nerviosos, de los ligamentos que los unen a las costillas, a las cervicales, a la tráquea, a los bronquios, al tiroides etc. Por otro lado comprimirá el estómago y demás vísceras digestivas que están debajo de él impidiendo su libre movimiento y dificultando sus funciones. De todo ello podrán resultar malas digestiones, gases, ardores, taquicardias, espasmos bronquiales etc.

La contracción crónica del diafragma comprime también la vena cava disminuyendo su diámetro. Ello provoca multitud de problemas por éstasis circulatorio en la parte inferior de nuestro cuerpo puesto que la vena cava es la encargada de recoger la circulación de retorno.
Desde esta mirada dinámica, en la década de los 80, el doctor Fernández Noda, cirujano cardiopulmonar norteamericano, elaboró su teoría sobre el síndrome C.T.O.S. (Síndrome Cerebral del Opérculo Torácico) en la que afirma que la compresión provocada por la tensión del triángulo de los músculos escalenos dificulta el retorno venoso de la zona craneoencefálica, lo que origina buena parte de los procesos degenerativos del sistema nervioso central: Parkinson, esclerosis múltiple, ataxia cerebelosa, epilepsia y algunos casos de Alzheimer, entre otros.

Aunque sus informes sean de una lógica aplastante, al no coincidir con las verdades oficiales establecidas, sus teorías no han sido bienvenidas al mundo de la medicina tradicional. La solución que propone para estos problemas es quirúrgica. Sin embargo una solución más preventiva y menos traumática para remediar esta compresión es la recuperación de la longitud y flexibilidad de estos músculos, para restablecer las circulaciónes.

Diego, Víctor, Cristina

Cuando Diego tenía un par de meses sus padres se dieron cuenta de que siempre inclinaba la cabeza hacia la izquierda y lloraba según el lado en el que se le daba el biberón. Le diagnosticaron una contractura crónica. Pasado el tiempo, todos los problemas de Diego se han dado en este lado izquierdo. Peor irrigado, con nervios y vasos linfáticos presionados debido a la compresión de sus músculos acortados y al desplazamiento de la 3ª y 4ª vértebras cervicales a la derecha, esta situación se ha traducido en continuas infecciones en el ojo y el oído izquierdos. Sin embargo nunca su pediatra relacionó estas infecciones con la posición de su cabeza.

Víctor tiene tres años y le diagnosticaron una rara enfermedad genética, aunque nadie en su familia la haya padecido.
Al ir creciendo, en vez de desarrollarse la musculatura, en sus brazos y piernas fueron apareciendo tejido graso y edema. También sufría de retención de líquido en la cabeza y de un retraso en su desarrollo motor y psíquico. Sin embargo nadie relacionó la grave inclinación de su cabeza con este síndrome. Al nacer, su cabeza estaba inclinada de tal forma que, al crecer, solamente se desarrolló una parte del cráneo; de manera que su cabeza continuaba inclinada completamente asimétrica con una mitad del cráneo y de la cara desarrollada y la otra no.

Si imaginamos su cerebro prisionero y comprimido en esta parte de su cráneo sin desarrollar parece lógico suponer que sus funciones tuvieran que estar forzosamente afectadas.
Por otra parte el gran desplazamiento de sus vértebras cervicales comprimía troncos nerviosos y vasos muy importantes para el riego cerebral, el drenaje y la comunicación cuerpo-cerebro.
Sin embargo a pesar de los estudios exhaustivos de su caso, nadie reparó en su importancia. Al lado del grave problema genético, la inclinación de la cabeza parecía ser un problema de poca envergadura.

Víctor tiene mucha suerte al tener unos padres que han continuado buscando y no han tirado la toalla. Ha seguido muchos tratamientos y es difícil valorar exactamente las causas de su, contra todo pronóstico, gran mejoría. Sin embargo ha coincidido en el tiempo con el enderezamiento de su cabeza y, en consecuencia, con el cambio de forma cada vez más hacia la simetría de su cráneo. Muy posiblemente su cerebro, al poder ocupar cada vez mejor su espacio, puede empezar a desarrollar también sus funciones. Además, al enderezarse el cuello y liberar la presión sobre los troncos nerviosos, vasos sanguíneos y linfáticos tan importantes que pasan por él, parece lícito pensar que muy probablemente éste sea uno de los factores de esta mejoría.

Cristina tiene una escoliosis con una curva dorso-lumbar (final de la espalda y cintura) que se desplaza hacia la izquierda. El hombro derecho baja y la cadera del mismo lado está más alta.
Como compensación para mantener el eje, su cabeza se ladea hacia la izquierda. Todo su lado derecho aparece contraído y presionado.
Ha tenido problemas respiratorios repetidos que han afectado su pulmón derecho. Y, hoy en día, tiene quistes en su ovario derecho. Tener una escoliosis no implica forzosamente sufrir estas patologías. Hay, indudablemente, una serie de factores, físicos y emocionales, que influyen tanto en su escoliosis como en la focalización de su problemática. Sin embargo, al enfermar, ha sido la parte menos ventilada, energéticamente más estancada y peor irrigada la que ha sido afectada.
Por lo tanto, para que su recuperación sea definitiva será importante recuperar los movimientos bloqueados, una cierta simetría y la circulación de la energía estancada. Elaborando además, las causas ocultas que iniciaron el proceso de desequilibrio o de la tensión profunda y que aparecerán, probablemente, al acercar de nuevo su cuerpo al eje.

Factores que influyen en la pérdida de la simetría del cuerpo

Son múltiples. Van desde una mala postura fetal que condicionará el desarrollo simétrico del niño/a, hasta la inscripción en el cuerpo de los mecanismos defensivos y de traumatismos, tanto físicos como psíquicos.
Tenemos todos, salvo alguna excepción, los mismos músculos y los mismos huesos. Sin embargo las formas de nuestros cuerpos son muy diferentes.

Las diferentes formas, la actitud corporal, hablan de los traumas físicos; y también de la historia de cada un@.
Como defensa frente a los traumas físicos, el cuerpo ha desarrollado un proceso de ajuste tensando algunas zonas y cambiando su postura para huir del dolor. Pero también ha sido moldeado por las diferentes respuestas que cada un@ de nosotr@s ha generado en el proceso de adaptación y de supervivencia, física y psíquica, al medio social y familiar en el que nos ha tocado vivir.
En una situación u otra, nos hemos adaptado. Bloqueando diversas zonas del cuerpo hemos aprendido a inhibir ciertas respuestas y a aislar informaciones conflictivas, que nuestros sentidos nos enviaban.

Estas contracturas musculares crónicas que poco a poco cambian la forma del cuerpo, comprimen vasos, desplazan nervios y determinan las zonas que, probablemente, al sumarse otros factores, serán más sensibles a cualquier alteración.
Por ello las patologías de Juana, María, Pedro, Federica, Diego, Víctor y Cristina hablan de la forma de su cuerpo, de su vida y de su manera de defenderse.

 

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