Mujeres y Salud - Revista de comunicación cientifica para mujeres
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Judy Norsigian:
"Nuestro trabajo hace ahora más falta que nunca"
Leonor Taboada

La fundadora del Colectivo de Salud de Mujeres de Boston y coautora de best-seller mundial “Nuestros cuerpos, nuestras vidas” nos habla de los 25 años del Movimiento Internacional por la Salud de las Mujeres.

Hicieron ustedes un libro del que se han vendido millones de copias y no se han hecho ricas ¿Cómo se explica?

JN: La nuestra es una organización sin fines de lucro y de interés público. Todo lo que hemos ganado con el libro y otras publicaciones, más de millón y medio de dólares, lo hemos dedicado a apoyar proyectos sobre mujeres y salud en todo el mundo. Y tenemos otros ingresos: las contribuciones de fundaciones y las individuales, comprenden ahora 2/3 de nuestro presupuesto anual, unos 700 mil dólares.

¿Qué hace ahora mismo el Colectivo de Boston?

JN: Como siempre, trabajar en varios frentes. Por un lado, la revisión de 1997 del libro está por salir en USA, en papel y CD-ROM, se trabaja en la traducción y adaptaciones en Thailandia, Indonesia, China, Corea, Lituania, Albania, Turquía y Armenia y coordinamos un gran proyecto de adaptación al español para Norte y Sud América, trabajando con una docena de organizaciones de mujeres latinoamericanas.

En sus oficinas trabajan mujeres de todas las razas y edades, pero especialmente latinas...

JN: Uno de nuestros proyectos prioritarios es el apoyo a ALAS (Amigas Latinas en Acción pro Salud), un grupo que desarrolla material culturalmente apropiado y coordina actividades que permiten a las inmigrantes latinas de bajos ingresos acceder a información importante sobre su salud, por lo que tienen un espacio propio en nuestras oficinas y un apoyo económico.

Suerte que tienen, porque trabajar en sus oficinas es un festín para cualquiera que se dedique a la salud de las mujeres.

JN: La oficina es un Centro de Información especializado con 7.500 libros, 75 videos y más de cien mil artículos que está en continuo crecimiento gracias al intercambio que tenemos con grupos de mujeres e investigadoras/es de todo el mundo.
En las oficinas hay un continuo trajín de estudiantes, periodistas, profesionales sanitarios, capitostes de la administración, gente que consulta archivos, ordenadores conectados con los destinos más insólitos, fotocopiadoras que van a mil, impresoras que escupen papel, sobres rellenos de información que vuelan hacia todas partes; sin embargo, el ambiente es sosegado y distendido.

En la oficina siempre hay medios de comunicación pidiendo cosas...

JN: Tenemos unos 300 contactos anuales con los medios; vamos a entrevistas en radio y TV, les asesoramos en reportajes o programas, les ponemos en contacto con gente adecuada, proponemos ideas, escribimos artículos, comentamos otros trabajos, colaboramos en libros de texto y enciclopedias; también damos 60 o 70 conferencias al año y estamos en la junta directiva del National Womens Health Network, y en diversos consejos asesores de intituciones, como el Departamento de Salud Pública de Familia y Comunitaria de Massachusetts, el de Genética Responsable, el del Instituto de aplicaciones Biotecnológicas para la Investigación de anticoncepción y varios más.

La he seguido unas cuantas semanas en sus actividades; he comprobado la importancia que los popes médicos y las intituciones dan a la participación del Colectivo en sus actos relevantes, como los Congresos, y el coraje que ella echa al auditorio médico cuando le canta sus verdades, pero lo que más me ha epatado es que la conferenciante distinguida que hoy es no ha eclipsado a la activista de base que ha sido y llega a los suntuosos entornos tipo Sheraton de Boston, cargada con cajas de libros y folletos, para montarse un tenderete donde se mezcla gente interesada con Ministros de Sanidad de países lejanos y hasta algún médico que discrepa a gritos y la acusa de ser una maldición para la medicina.¿Qué es lo que más preocupa actualmente al Colectivo?

J.N: Están pasando cosas que hacen nuestro trabajo más importante que nunca: la ola de derechismo en las políticas públicas que interfieren en los derechos reproductivos, el embarazo y el parto, las necesidades de la gente mayor, la reforma del estado del bienestar en todas partes, la explosión de tecnologías médicas que incluyen medicaciones y procedimientos quirúrgicos que no han sido adecuadamente probados, la exclusión de mujeres pobres y minorías en las políticas que les atañen, la apropiación del lenguaje del movimiento de salud de las mujeres por las empresas e instituciones que se lucran con ello, y la falta de recursos informativos no manipulados por intereses comerciales.

TODO EMPEZÓ CON UN LIBRO Y UN GRUPO

En 1969, cuando “todas las feministas de Boston cabíamos en una habitación”, según palabras de Esther Rome, (la única del grupo que ha muerto el año pasado,a los 48, de un cancer de mama), catorce mujeres entre los veintipocos y los cuarenta y algo empezaron a escribir un libro, Our Bodies, Ourselves (Nuestros Cuerpos, Nuestras Vidas), conocido en el movimiento feminista como “La Biblia”, del que se llevan vendidos cuatro millones de ejemplares y se siguen haciendo continuas revisiones , traducciones y adaptaciones en los cinco continentes.
Por primera vez en la historia, un libro sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres lo escriben ellas mismas, mirándose las unas a las otras, contándose lo que les pasa, desmontando las mentiras sobre las que se había ido construyendo la opresión sexual y reproductiva del género femenino. Cientos de mujeres colaboraron entonces con ellas, aportando sus testimonios al libro, y miles lo han hecho haciéndoles saber lo que estudian y descubren en el país que sea.

Desde entonces, la pasión por el autoconocimiento ha llevado a las mujeres a realizar infinitas investigaciones sobre si mismas y, aunque los hombres dominan aún la maquinaria de la industria de la salud y la reproducción, la discriminación de género en la investigación y la clínica tienen los días contados.

Ellas, las mismas que empezaron el famoso “Colectivo de Boston” (The Boston Womens Health Book Collective) se han casado, divorciado, tenido hijos, viajado, escrito más libros, acabado más carreras y aún siguen trabajando juntas, sólo que el punto de reunión ya no es en las casas, sino en unas espaciosas oficinas en Elm Street desde donde reciben, analizan e irradian la preciosa información que reúnen y de la que mujeres del mundo entero nos beneficiamos.

REDES PARA EL SIGLO XXI

¿Y cuál es la estrategia para enfrentarse a tan poderosos enemigos?

A pesar de los enormes avances de las dos últimas décadas, los prejuicios públicos y privados de género continúan relegando a las mujeres a un lugar separado y desigual en la sociedad. A medida que el movimiento de salud de las mujeres se dirige al siglo XXI, la habilidad para construir grandes coaliciones determinará, en gran medida, la efectividad política de las activistas de salud. Tenemos que tener una fuerte unión de organizaciones de mujeres bien articulada para ayudar a las mujeres individual y colectivamente,para conseguir reformas políticas y para proveer a las organizaciones amigas y a sus líderes con apoyo, asistencia y experiencia. Además de infinidad de organizaciones que se dedican a cuestiones determinadas, hay que tener grupos experimentados y de amplia base como el nuestro para vincular diferentes cuestiones y mantener siempre el análisis feminista.

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