Mujeres y Salud - Revista de comunicación cientifica para mujeres
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Nuestra mirada
Victoria Sau, Doctora en Psicología, Profesora Emérita de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona y ensayista

En 1977 la publicación del libro Nuestros cuerpos, nuestras vidas, debido al Women´s Health Book Collective de Boston, que nos tradujo al castellano Leonor Taboada, fue la voz de alerta para que las mujeres observaran mejor su cuerpo y estuvieran atentas no sólo a su estado de salud sino también críticas con el propio concepto, así como con los criterios de diagnóstico y tratamientos derivados de aquél.

Desde entonces, la investigación y las publicaciones no han cesado, desde las más específicas hasta las multidisciplinarias. Pero, eso sí, de autoría principalmente norteamericana y británica. Y aunque la mirada feminista es universal, precisamente por esto todas las diferencias culturales y sociales que caben en dicha universalidad deben ser tomadas en consideración.

De ahí la importancia de que sea una organización consolidada, la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (RSMLAC), quienes hayan puesto en marcha un Día Internacional de la Salud de la Mujer: el 28 de mayo.

¿Por qué �de la mujer� o mujeres? No hay más que ver el índice o temario de la campaña para darse cuenta de hasta qué punto está justificado: el doble criterio de salud para mujeres y hombres en función de los estereotipos de género, que las estigmatiza como enfermas o las obvia por ser sus males �genuinos�.

La psicologización de los síntomas, al atribuir a estereotipos psicológicos de género tales como la histeria, la hipocondriasis, malestares psicosomáticos, etc. lo que en realidad tiene una causa orgánica. O, en otro sentido, recetar o psicoanalizar aquellos malestares claramente relacionados con factores económicos (la feminización de la pobreza), sociales (división del trabajo en productivo y reproductivo) y/o culturales (reglas de conducta de obligado cumplimiento en razón del modelo de género femenino).

Una dimensión añadida a partir de la mirada de las mujeres sobre la salud es la de poner el acento no sólo en el individuo sino también en la estructura social como agente patógeno. La impronta patriarcal de dicha estructura, que incluye necesariamente la violencia intergrupal (sexo, etnia, clase), la agresividad contra la naturaleza, y la exclusión del colectivo femenino del contrato social, son fuentes de sufrimiento humano innecesario, que va mucho más allá del que como personas vulnerables y limitadas que somos cabe esperar.

 

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