SÓLO PARA MUJERES, O ¿PARA QUÉ TOCAR EL CLÍTORIS SI SE PUEDEN TOMAR PASTILLAS?
<Margarita López Carrillo>
Planeta acaba de publicar la traducción
al castellano del libro de las
médicas Jenifer y Laura Berman, codirectoras
del Center for Women's
Urology and Sexual Medicine at the
UCLA Medical Center, For Women
Only.
El libro pretende dar respuesta a todos los problemas sexuales de las
mujeres, especialmente a la anorgasmia
(imposibilidad o dificultad para
alcanzar el orgasmo). Se presenta
como un manual divulgativo pero exhaustivo
para esclarecer dudas, desterrar
de una vez por todas tabúes
recalcitrantes, desmentir falsedades
largamente arraigadas, y brindar soluciones
imaginativas y desprejuiciadas
que ayuden a las mujeres de hoy
a gozar de esa sexualidad a la que
tanto derecho tienen y que de tantas
maneras les ha sido hurtada en el pasado,
y que, gracias al cambio de
mentalidad, ahora pueden por fin
disfrutar.
Bien, la denuncia que merece el libro
no se debe al abanico de recursos
de autoayuda que propone (por lo
demás archiconocidos), el problema
es que entre consejo y consejo: cómo
hablar de los problemas con la pareja,
cómo hacerlo para conseguirlo..,
cómo reconocer los problemas, etc.,
se desliza la idea -que va gananado
terreno sutilmente a lo largo del libro-
de "si te pasa esto o lo otro a lo
mejor tienes un problema mental" y
la otra, aún más inquietante, de "pero, si todo falla, ahora también se
puede recurrir a los fármacos".
Sabido es que una mentira entre
verdades es mucho más creíble, y que
desde que salió la celebradísima Viagra
se va expandiendo por el ambiente,
como un aroma, la idea de
que si a los hombres les puede funcionar
mejor "la cosa" con unas pastillitas ¿por qué no también a las
mujeres?
Hace tiempo que muchas tenemos
claro (porque hay mucho escrito sobre
el tema desde los años setenta, y
porque las mujeres hablamos mucho
de sexo unas con otras) que la mayor
parte de nuestros problemas sexuales,
es decir la causa de la insatisfacción,
ciertamente muy frecuente,
tiene que ver (en un 99'9% de los casos)
con el diferente ritmo sexual
existente entre hombres y mujeres;
que eso es un problema para nosotras
por la sencilla razón de que el ritmo
que prevalece normalmente es el
de él, y que esto se debe, entre otras
cosas:
1- a la falta de asertividad de
las mujeres,
2- a su gran capacidad de
renuncia en favor del otro,
3- a su íntimo
sentimiento de no tener derecho
a reclamar placer,
4- a su miedo a
darle demasiado trabajo a él pidiéndole
que le toque donde le gusta.
En
fin, a la actitud derivada de una baja
valoración de sí mismas y de sus deseos
-consecuencia directa de la baja
valoración de la mujer y sus cosas imperante
en nuestra cultura cuyo ideal femenino es la madre virgen- ¿Sí o
no? (Todo esto está tan dicho por autoridades
en el tema que casi da vergüenza
repetirlo, pero parece que
hace falta).
Pues bien, de estas actitudes no se
puede decir, que yo sepa, que se trata
de problemas mentales; puede llamárseles
rasgos de género, normas
de género, imperativos de género
(que desde luego a grandes dosis
pueden volverla loca a una, no digo
que no, pero esa no es la cuestión) y,
desde luego, tampoco son patologías
orgánicas que haya que solucionar
con medicinas.
Como no voy a repetir aquí todo lo
que se ha dicho ya sobre la insatisfacción
sexual femenina, sus causas y soluciones,
solo citaré (como muestra
un botón) la última frase del artículo
de Shere Hite del Dominical de El País
de hace unas semanas ("El orgasmo
femenino y la perplejidad"): "(...)Aunque el coito puede ser placentero
y muy excitante para una
mujer (...), en general no suele producir
el orgasmo femenino, sencillamente
porque no se toca el área del
clítoris, ¿cuántos hombres podrían tener
un orgasmo si se tocaran con suavidad
sus testículos, pero nunca el
pene?".
Pues eso. Margarita López Carrillo es
documentalista del CAPS
Médicos vendidos a la industria
THE NEW YORK TIMES
Influencia sobre los médicos
(...) Se requiere una acción más enérgica para combatir la influencia, muy real, de las empresas farmacéuticas
sobre la conducta de los médicos. (...) La industria se gastó el año pasado 16.000 millones de dólares en
regalos y muestras gratuitas. (...) Es difícil que el paciente sepa si un médico le está recetando el medicamento
mejor promocionado o el que tiene mejor relación calidad-precio.
(Revista de Prensa. El País 11-9-2001). |
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