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ANOREXIA-BULIMIA, PARADIGMAS DE NUESTRO
TIEMPO
<Daniela
Aparicio>
Psic�loga cl�nica, psicoanalista, trabaja en diferentes recursos de
la Salud Mental P�blica y privada, en la coordinaci�n y formaci�n
de Grupos M�dicos Balint. Miembro asociado para la investigaci�n del
CNRS- Centre National pour la Recherche Scientifique (Departamento
de Psicoan�lisis y Pr�cticas Sociales)
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Daniela
Aparicio
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Hace dos a�os aproximadamente
hemos asistido a una aut�ntica movilizaci�n general de la opinion
p�blica, de los mass media, de los padres de anor�xicas, de los recursos
sanitarios -prioridad sanitaria para los pol�ticos- y de la legislaci�n
para combatir el problema. En lo social, se trataba de una aut�ntica
declaraci�n de guerra a la anorexia, para erradicarla. En suma, la
escenificaci�n de un rasgo importante de nuestra modernidad : EL SINTOMA
PRIVADO SE CONVIERTE EN EPIDEMIA PUBLICA, una especie de amenaza colectiva,
o causa com�n. En la portada de uno de los dominicales de La Vanguardia,
con grandes titulares encontrabamos el "NO A LA ANOREXIA", como si
se tratara del "No" a la ETA. En la actualidad eso casi ya no es noticia,
la misma ley que rige el consumo de noticias la ha deshechado tras
una saturaci�n informativa. Y sin embargo, los ingresos y la gravedad
del problema no han disminuido, siguen vigentes y requieren del estudio
y de la investigaci�n de todos los que trabajamos en este campo.
De una forma gen�rica, podemos decir que la anorexia y la bulimia
han existido desde siempre, desde que los seres humanos se relacionan
con el alimento, o con quien lo alimenta, incluso lo encontramos en
la Biblia, donde est� pr�cticamente todo, pero debemos preguntarnos
si el fen�meno actual se inscribe en esta serie intemporal. La anorexia
actual tiene un plus especial, est� en relaci�n directa con los ideales
y paradigmas de su tiempo. Algunos la llaman "la enfermedad del siglo"
- cada d�a aparecen nuevas denominaciones - y otros la contemplan
como una aut�ntica epidemia. Es decir, enfermedad con alto riesgo
de contagio, con el sentido o riesgo que se le da a las enfermedades
infecciosas. La globalizacion de los mercados y la acceleraci�n del
desarrollo cient�fico est�n estrechamente implicados en este contagio
que sufre el sujeto moderno. La tendencia generalizada que empuja
al individuo hacia un ideal de uniformidad afecta al sujeto de nuestra
sociedad y produce nuevos fen�menos en la cl�nica. Entre ellos est�n
la anorexia y la bulimia.
Paradoja y paradigma de nuestro tiempo la anor�xica desnutrida y dispuesta
en su empe�o a llegar hasta la misma muerte, le da la mano a la bul�mica
repleta y compulsiva de la sobrealimentaci�n, arrastrando su sobrepeso
in�til, como la otra cara de la moneda. Ambas denuncian un sistema
d�nde el comer o consumir no es suficiente para la vida del sujeto,
puesto que este se alimenta de otra cosa. No basta que la anor�xica
coma har� falta algo m�s para que viva.
Nuestra cultura - bul�mica, o bulimizadora por definici�n - se define
por el consumo de objetos que cada vez se multiplican m�s, para consolidar
un ideal de completud y de abundancia, en una econom�a globalizada
donde el valor del intercambio responde m�s a las necesidades del
mercado que a las de sus usuarios. Es en esta y no en otra cultura
de la abundancia que aparece la sombra cadav�rica de la anorexia proyectada
sobre los ideales del consumo bul�mico generalizado para cuestionarlos.
Por eso considero que anorexia y bulimia son paradigmas de su �poca.
Si a eso le di�ramos la forma de una secuencia se podr�a plantear
as�:
1. La �tica del consumo atiborra (borra) el sujeto con mil objetos
condicionando y masificando sus decisiones particulares.
2. A eso le podemos a�adir una tendencia a la universalizaci�n, o
sea un estilo homog�neo que borra la expresi�n singular del deseo.
3. La respuesta a estas dos cuestiones puede ser el " No". La anor�xica,
por v�a del s�ntoma, le dice no al sistema que la satura, su cuerpo
encarna el rechazo y un negativismo feroz a pactar con lo establecido.
Como siempre la denuncia viene de la mano de la adolescencia cuyo
rasgo esencial es el de cuestionar a los padres y a lo establecido.
Tambi�n viene de la mano de la histeria.
4. La respuesta social al problema es fulminante, movilizaci�n general
para erradicar la denuncia individual globalizando el tema para convertirlo
en un asunto social y sin decirlo o pensarlo dos veces: ingreso r�pido,
alimentaci�n forzada y psicof�rmacos para borrar lo insoportable e
imponer el orden establecido, nuevamente. El tratamiento generalizado
consiste en ense�arles a comer y recuperar peso �Acaso s�lo se trata
de eso?
No s�lo de pan vive el hombre. Reducir la anorexia a un rechazo del
alimento, a un "trastorno de la alimentaci�n" y tratarlo como tal
es decapitar a sus protagonistas y desconocer la esencia del sujeto
ps�quico y al v�nculo que lo humaniza. La anorexia es una enfermedad
del v�nculo y de la subjetivaci�n. Ignorar esta realidad y tratarla
como un s�ntoma alimentario, "come y calla", agrava en la mayor�a
de los casos la problem�tica y la lleva a un impase, una cronificaci�n
que se manifiesta en un duelo a muerte con los padres, o con las instituciones
tratantes.
El sujeto humano no es s�lo un producto del alimento sino de un entramado
de relaciones, deseos, amores o desamores y de palabras. El ni�o ingresa
en el mundo simb�lico del lenguaje y recibe su valor propio a trav�s
de los significados que toma para sus allegados m�s pr�ximos, madre,
padre y otros. Por las experiencias precoces, sabemos que el alimento
en s� no es lo que da vida sino viene acompa�ado por el amor y los
cuidados. Las anorexias precoces de ni�os abandonados, o en situaciones
de carencia afectiva severa nos informan de ello ampliamente. En la
anorexia infantil el ni�o puede rechazar la comida aunque este hambriento,
si este alimento no viene de la mano de un afecto muy personalizado.
Constatamos pues que el hecho de comer y dejarse alimentar no es para
nada autom�tico, no responde puntualmente al hambre, o a la necesidad.
Cuando esto es concebido asi, cuando una madre o un m�dico contemplan
la cuesti�n como un "come y calla" no duden que all� est� la clave
de esta patolog�a y de su gravedad, puesto que atenta a la esencia
misma del humano. Refleja una concepci�n muy peculiar del sujeto que
es colocado m�s bien, en un lugar de objeto pasivo del Otro. El sujeto
solo podr� serlo si al abrir la boca se le permite hablar, decir algo,
demandar algo y as� inscribir su propio deseo. Es evidente que muchos
de los casos de anorexia o bulimia requieren del ingreso y de un aval
institucional que reduzca el riesgo que comporta a menudo esta patolog�a.
Sin embargo, atiborrar sin m�s borra al sujeto, que para serlo ha
de contemplarse como tal. Pensamos que es imprescindible en los tratamientos
producir las condiciones para que la anor�xica pueda hablar y decir
porqu� no quiere, qu� es lo que no quiere, qu� es lo que s� quiere,
que diga su verdad y que esta pueda ser escuchada. Esta es la �nica
manera de producir el crecimiento personal y tambi�n de curar los
s�ntomas que lo interfieren...
Daniela Aparicio
Psic�loga cl�nica, psicoanalista, trabaja en diferentes recursos de
la Salud Mental P�blica y privada, en la coordinaci�n y formaci�n
de Grupos M�dicos Balint. Miembro asociado para la investigaci�n del
CNRS- Centre National pour la Recherche Scientifique (Departamento
de Psicoan�lisis y Pr�cticas Sociales)
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