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PSICOTERAPIA DE GRUPO
para mujeres que sufren violencia.
<Mar�a
Jes�s Soriano Soriano>
Quiero
compartir con vosotros mi experiencia con el grupo de psicoterapia.
Os hablar� de las caracter�sticas del grupo, los objetivos y algunos
de los aspectos que he ido observando de esta experiencia con mujeres
que sufren o han sufrido violencia.
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CARACTER�STICAS
DEL GRUPO
Es un grupo homog�neo, en cuanto a la sintomatolog�a y al sexo: son
mujeres que sufren o han padecido violencia f�sica, sexual y/o psicol�gica
por parte de sus parejas. Las edades est�n comprendidas entre veinticuatro
a cincuenta a�os. El encuentro se produce una vez a la semana y con
una duraci�n de una hora y media. El n�mero m�nimo de participantes
es de seis y el m�ximo diez. Es un grupo abierto. Se inicia en Octubre
de 1999. Trabajamos en el grupo a partir del "aqu� y ahora". La inclusi�n
de las mujeres en el grupo, es previa entrevista individual, donde
eval�o lo oportuno de su incorporaci�n y en donde les explico en que
consiste el trabajo grupal. Estas mujeres son derivadas al centro,
a trav�s de los diferentes servicios de la comunidad: servicios sociales,
comisar�as, centros m�dicos, otras usuarias, etc. Expl�citamente no
hay demanda de tratamiento grupal por parte de ellas. Es un servicio
gratuito.
La violencia m�s dif�cil de nombrar, de definir y de diagnosticar,
es la violencia psicol�gica. Mujeres del grupo que no reciben golpes
f�sicos, pero si ps�quicos, manifiestan su gran dificultad de poner
palabras, de expresar dolor ante esas heridas recibidas. Duele rememorarlo,
elaborarlo, pero por otra parte es imprescindible para la recomposici�n
de la propia historia.
La violencia psicol�gica es una violencia que en la relaci�n se da
de una forma lenta, pero letal. Se va construyendo poco a poco. No
deja se�ales externas. Las heridas son internas. A muchas mujeres
les cuesta reconocerse en sus propias descripciones que est�n o han
sufrido violencia psicol�gica. Tambi�n puede prestarse a diagn�sticos
equivocados. Pueden presentar una sintomatolog�a, pero las causas,
tienen que ver m�s con la situaci�n de aislamiento, sometimiento,
desvalorizaci�n, confusi�n, mentiras, humillaciones, desprecios, amenazas,
falta de respeto, etc. que mantiene en su relaci�n de pareja. Son
mujeres que en una primera entrevista est�n muy retra�das, disociadas,
desafectivizadas, culpabilizadas. Confusas mentalmente, est�n en un
profundo aislamiento de sus emociones y no tienen mucho contacto social.
La impresi�n que dan, es que est�r fragmentadas, troceadas, desvalidas,
anestesiadas y es desde donde hablan. Al hablar de su situaci�n personal,
de pareja, familiar, lo hacen como si no estuvieran hablando de ellas.
De aqu� esa enajenaci�n mental que es en realidad una defensa, una
forma de supervivencia, una forma en realidad de protegerse del profundo
da�o en que est�n sumergidas, sometidas. Del profundo dolor emocional
que est�n padeciendo.
Coinciden casi todas, en un punto al describir sus inicios en la relaci�n
de pareja. El enamoramiento basado en un estado perpetuo y fijo. Muchos
autores son lo que definen como el amor rom�ntico. En realidad hablan
de la idealizaci�n del otro. La entrega total al otro, y la p�rdida
de s� mismas. Es como si pretendieran materializar la fantas�a social
de la idealizaci�n de la pareja, que dos partes se transforman en
una unidad total, y en donde no hay diferencias individuales. El resultado
es la absorci�n de uno de la parte del otro. Una parte queda destruida,
eliminada por la otra. Entran en una relaci�n donde una parte domina
y la otra se somete.
OBJETIVOS DEL GRUPO
El espacio terap�utico es utilizado para la deconstrucci�n de la violencia
y la construcci�n de una nueva identidad. Para compartir la experiencia
que han y/o est�n viviendo de violencia, y poder salir del aislamiento
social y psicol�gico. El sentimiento de culpabilidad y el miedo las
paraliza tanto emocional como f�sicamente. Participar, exteriorizar,
escuchar, interiorizar sus propias vivencias, su propia historia y
la de las dem�s, les posibilita entender y comprender qu� les ha pasado
en esa relaci�n, qu� tiene que ver con ellas y los otros. Una relaci�n
que parec�a tan ideal, termin� siendo tan destructiva. La individualidad,
cada caso particular, cada biograf�a, es un entramado complejo. Una
cultura donde mujeres y hombres est�n atrapados por una rigidez de
estereotipos, por una construcci�n social de g�nero que dice que los
hombres son del g�nero masculino y que deben ser agresivos, dominantes,
valientes, arriesgados, poco afectivos, etc. Y en contraposici�n,
las mujeres, g�nero femenino, tendr�n que ser tiernas, pasivas, miedosas,
d�biles, muy afectivas, dependientes, etc. Esta construcci�n tan r�gida
incapacita a las personas-hombres y mujeres- a encontrarse en sus
diferencias y en sus similitudes. Estas mujeres al hablar de su tragedia,
de su dolor, de sus miedos, de sus heridas, est�n cuestionado unas
formas de relaci�n no v�lidas que est�n normatizadas en el inconsciente
individual y social. Relaciones basadas en el poder y dominaci�n de
uno sobre otro. Relaciones donde la violencia f�sica y psicol�gica
es el instrumento de relaci�n.
El grupo est� planteado como un referente de apoyo para la construcci�n
de vidas que han estado abandonadas por sus propias inquilinas. El
grupo como referente para posibilitar esta construcci�n entre iguales
que han vivido situaciones parecidas, pero cada una desde su diferenciaci�n
individual.
La violencia contra el otro que es diferente, la auto-agresi�n como
forma de respuesta, no son los mejores caminos para resolver los conflictos
de nuestras relaciones con el otro, ni con una misma.
APROXIMACI�N AL S�NTOMA A TRAVES DE LA EXPERIENCIA PR�CTICA
Esta experiencia grupal me ha ayudado a pensar en el problema de la
violencia desde muchas m�s perspectivas que cuando empec�, y abandonar
otras, con las que part�a. Algunos de los aspectos de esta experiencia
que fueron apareciendo en la relaci�n grupal:
a) La idealizaci�n:
En el principio de la relaci�n grupal, el grupo y la conductora, nos
instalamos en la idealizaci�n. El grupo como espacio ideal donde ellas
podr�an salir de ese circulo de la violencia. El grupo, junto con
su terapeuta, las curar�a. Establecer�amos juntas un v�nculo ideal
y armonioso. Colocadas en la idealizaci�n, nos imped�a discriminar
entre lo bueno y lo malo, negando y escindiendo por tanto la realidad,
tanto la interna como la externa.
El sentimiento de represi�n de vivencias infantiles de violencia es
considerable en las vidas de estas mujeres. Hay una idealizaci�n infantil
de las figuras paternas y maternas. Todo ello dificulta la tarea de
ponerle palabras a las heridas para que estas se puedan ir curando.
Vivir la experiencia emocional, los sentimientos que se producen en
nuestro interior, para as� elaborar el duelo y posibilitar los cambios.
Pero a estas mujeres les cuesta hablar, recordar, porque eso es para
ellas muy doloroso. Sufren profundas amnesias, ellas las denominan,
lagunas de su vida pasada. O bien pueden describir fragmentos muy
duros, dolorosos, pero desde la frialdad, la racionalidad, la disociaci�n.
Revivirlo emocionalmente es doloroso, pero es lo que les puede ayudar
a cambiar.
b) Compulsi�n a la Petici�n
En la descripci�n de sus biograf�as, recojo este fen�meno de la compulsi�n
a la repetici�n que me hace pensar, reflexionar en la violencia en
sus or�genes, en la infancia. Recojo como se ubican en su familia
de origen donde la relaci�n est� basada en la violencia y como repiten
en su situaci�n actual. Mujeres que describen como sus madres fueron
maltratadas, se dan cuenta como han reproducido el mismo esquema de
relaci�n. Temen por sus hijos, y sufren por sus hijos al observar
como les ha afectado la semilla de la violencia. Ellas mismas toman
conciencia como han proyectado esa violencia recibida en ellas, en
sus propios hijos, repitiendo en ellos su propia tragedia.
El grupo de mujeres explica lo malo que son los hombres, escindiendo
y aislando su participaci�n en esta relaci�n. El refr�n "Dios los
cr�a y ellos se juntan", me viene con mucha frecuencia a la cabeza.
Me ayuda a entender la fuerza destructiva de esa compulsi�n a la repetici�n.
Se repite, se copia lo que nos es familiar, conocido.
c) Dificultad para conectar con sus necesidades.
Esta fue una de las principales dificultades para estas pacientes.
Estaban volcadas a las necesidades de los otros: sus padres, maridos,
hijos, etc. Su necesidad por las que segu�an o estaban con sus parejas,
era que �l cambiara. Desde el principio de sus vidas, siendo muy ni�as,
describen como se hab�an adaptada a las necesidades de los adultos
m�s pr�ximos. Lo buenas ni�as que eran, y como tapaban sus grandes
carencias, uni�ndose a otros m�s carenciales que ellas, a los que
ayudaban. Este fue un punto importante en mi reflexi�n. Explicaban
vivencias duras, dolorosas. Durante el tiempo del grupo hubo bastante
abandonos. Al principio no entend�a lo que podr�a estar pasando. �
Qu� es lo que estaba haciendo mal? Despu�s me enteraba que hab�an
dejado el grupo porque hab�an vuelto con sus parejas o hab�an iniciado
otra que ten�a todas las posibilidades de ser igual que la anterior.
Este suceso de los abandonos era vivido con mucha culpabilidad por
el grupo y por la conductora. Si hab�an sido abandonadas, quer�a decir
que no era un grupo bueno. Ellas tem�an haber agredido. Cuando se
enteraban que hab�an vuelto con sus parejas, adoptaban una postura
critica contra ellas. Por mi parte les informaba que el grupo no part�a
de las bases de alcoh�licos an�nimos, y si volv�an con el agresor,
pod�an seguir en el grupo. Ellas estaban aqu� para conocerse, para
recuperar la capacidad de sentir, para poder acceder a sus verdaderas
emociones, poder vivenciar sus sentimientos, para elaborar el duelo.
Pero ha sido dif�cil trabajar los abandonos, las p�rdidas, las ausencias.
Me ha resultado dif�cil ayudarles a elaborar el duelo por lo ocurrido
en sus vidas, condici�n indispensable para que puedan encontrar su
autonom�a.
d) Contenci�n de la agresividad.
Como conductora de este grupo de mujeres que padec�an violencia, me
cost� entender, captar, conectar, con la capacidad de respuesta agresiva
de estas mujeres. No la expresaban, la actuaban. Atacaban el v�nculo,
dificultaban el compromiso. Me sent�a atacada, desautorizada. Nuevamente
en "el aqu� y ahora" del grupo, repet�an compulsivamente su forma
de hacer: llegaban tarde, no avisaban si no pod�an venir, no justificaban
su ausencia, abandonaban el grupo sin comunicarlo. Reconocerles, contenerles
en su capacidad de respuesta agresiva, hostil, de enfado, rabia, era
darles la oportunidad para el cambio.
Como conclusi�n final, me parece importante puntualizar que en el
tema de la violencia estamos todos implicados y afectados. Espero
que mis pacientes entiendan la responsabilidad que tienen contra�da
consigo mismas y con sus vidas, pero tambi�n entiendo que es una responsabilidad
de los profesionales que trabajamos en salud, de los pol�ticos, abogados,
etc., de la sociedad en general, que nos planteemos, reflexionemos
sobre la violencia y su incidencia en nuestra vida pasada y presente.
Puntualizar que en este trabajo terap�utico que os mostraba, mi objetivo
es poder trabajar con ellas la relaci�n que tienen consigo misma y
con los dem�s, para que puedan colocarse en otra forma de entender
las relaciones. Unas relaciones en las que ambos participantes sean
sujetos, tengan autoridad y se respeten mutuamente. Unas relaciones
donde haya cabida al reconocimiento mutuo. Donde ambas partes se necesiten.
Donde la diferencia del otro sea un enriquecimiento.
Tambi�n el trabajo grupal me posibilita mostrar a estas mujeres como
sus s�ntomas psicol�gicos tienen sus significados sociales, culturales.
Me ayuda a poder mostrarles que lo personal y lo social estan interconectados
y que juntas podemos comprender que si buscamos y le damos forma a
nuestros anhelos personales de reconocimiento, tambi�n estaremos dando
forma a nuestra esperanza de transformaci�n social.
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