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CONTRA
LA PRESUNCI�N DE INOCENCIA
<José
Santamarta>
...Defendernos
de este riesgo requiere la acci�n en varios frentes con la intenci�n
de eliminar las nuevas fuentes de disrupci�n endocrina y minimizar
la exposici�n a contaminantes que interfieren el sistema hormonal
y que ahora est�n en el ambiente. Para ello se requerir� mayor investigaci�n
cient�fica, redise�o de las sustancias qu�micas, de los procesos de
producci�n y de los productos por las empresas, nuevas pol�ticas gubernamentales,
y esfuerzos personales para protegernos a nosotros y a nuestras familias.
La agricultura ecol�gica, sin plaguicidas y otras sustancias qu�micas,
es una alternativa sostenible y viable.
Con 100.000 sustancias qu�micas sint�ticas en el mercado en todo el
mundo y 1.000 nuevas sustancias m�s cada a�o, hay poca esperanza de
descubrir su suerte en los ecosistemas o sus efectos para los seres
humanos y otros seres vivos antes que el da�o ya est� hecho. Es necesario
reducir el n�mero de sustancias qu�micas que se usan en un producto
determinado y fabricar y comercializar s�lo las sustancias qu�micas
que puedan detectarse f�cilmente con la tecnolog�a actual y cuya degradaci�n
en el medio ambiente se conozca.
Estas sustancias no han alterado la huella gen�tica b�sica que subyace
a nuestra humanidad. Elim�nense los disruptores de la madre y del
�tero y los mensajes qu�micos que gu�an el desarrollo podr�n llegar
de nuevo sin obst�culos. Pero la protecci�n de la pr�xima generaci�n
de los disruptores endocrinos requerir� una vigilancia de a�os e incluso
d�cadas, porque las dosis que llegan al feto dependen no s�lo de lo
que ingiere la madre durante el embarazo, sino tambi�n de los contaminantes
persistentes acumulados en la grasa corporal hasta ese momento de
su vida. Las mujeres transfieren esta reserva qu�mica, acumulada durante
d�cadas, a sus hijos durante la gestaci�n y durante la lactancia.
El sistema actual da por supuesto que las sustancias qu�micas son
inocentes hasta que se demuestre lo contrario. El peso de la prueba
debe actuar del modo contrario, porque el enfoque actual, la presunci�n
de inocencia, una y otra vez ha hecho enfermar a las personas y ha
da�ado a los ecosistemas. Las pruebas que surgen sobre las sustancias
qu�micas hormonalmente activas deben utilizarse para identificar aquellas
que plantean mayor riesgo y para eliminarlas del mercado. Cada nuevo
producto debe someterse a esta prueba antes de que se le permita salir
al mercado. La evaluaci�n del riesgo se utiliza ahora para mantener
productos peligrosos en el mercado hasta que se demuestre que son
culpables. Las pol�ticas internacionales y nacionales se deben basar
en el principio de precauci�n.
Una pol�tica adecuada para reducir la amenaza de las sustancias qu�micas
que alteran el sistema hormonal requiere la prohibici�n inmediata
de plaguicidas como el endosulf�n y el metoxicloro, fungicidas como
la vinclozolina, herbicidas como la atrazina, los alquilfenoles, los
ftalatos y el bisfenol-A. Para evitar la generaci�n de dioxinas se
requiere la eliminaci�n progresiva del PVC, el percloroetileno, todos
los plaguicidas clorados, el blanqueo de la pasta de papel con cloro
y la incineraci�n de residuos.
Jos� Santamarta,
"Nuestro Futuro Robado:la amenaza de los disruptores
endocrinos."
Quadern CAPS 2000:29
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