Yo, como todas, he oído hablar mucho del famoso punto G y, luego, del menos famoso punto H, pero nunca he sido capaz de localizarlos donde decían que estaban (el G, a dos centímetros de la entrada de la vagina, en la parte de arriba y, el H, en el fondo de la vagina, en el repliegue formado por la protusión del cuello uterino). Sin embargo, yo solita me tropecé una vez (y luego he ido tropezándomelo más veces sola y en compañía) un punto que no sé qué letra tiene pero que es un punto. Lo tengo en el ano o, mejor, yo diría que en el recto, aunque no sé, ni me importa, si está ahí realmente o es que por ahí se presiona otra cosa... en fin, yo me lo encontré ahí. Era un día de esos en que estaba yo masturbándome tan ricamente pero con ganas de innovar, no sé, me apetecía explorar nuevos recursos y el ano me estaba reclamando silenciosamente: unté de crema el extremo de una vela (era lo que tenía a mano) y me la introduje despacito, muy despacito. Para abreviar diré que en un momento dado se desencadenó lo que no puede llamar de otro modo que “orgasmo” aunque era nuevo, original, completamente distinto del clitoridiano que tanto conocía; era una cosa alucinante: oleadas y oleadas de placer partían de ese-punto-sin-letra-propia y se propagaban como la onda expansiva de una bomba. En medio de la detonación me llevé rápidamente una mano al clítoris pensando que era él el responsable de semejante cosa y que si lo presionaba aumentaría el efecto pero, ante mi sorpresa, me di cuenta al tocarlo que la cosa no tenía nada que ver con él.

Y esto es todo, lo aporto a título de inventario. ¿Sabe alguien, con más conocimientos de abecedario que yo, de qué punto se trata? O ¿será que las mujeres somos como los teléfonos móviles que cada vez que tienes uno nuevo te pasas una semana buscando donde tiene el botón este y el botón aquel, porque todos tienen los mismos botones (puntos) pero en distintos sitios?

En fin, si esto es así, a lo mejor este punto mío es mi G, de modo que me falta el H. Voy a seguir buscando.