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Cáncer de mama y Principio de Precaución

Rita Arditti, Women’s Community Cancer Project Cambridge, MA1

El cáncer del mama ha llegado a proporciones de epidemia en muchos de los países occidentales. En los EEUU es la primera causa de muerte de mujeres entre 35 y 54 años de edad. Desafortunadamente la política del cáncer del mama es parte del problema. A pesar de los pronunciamientos optimistas del “National Cancer Institute” y de la “American Cancer Society”, los índices de supervivencia del cáncer del mama no han cambiado mucho.

Ellos dicen que más mujeres viven 5 años después de su diagnosis, pero no mencionan que el número de mujeres diagnosticadas con cáncer del mama se ha triplicado en los últimos cincuenta años.

En los años 60 y 70, las activistas del medio ambiente insistieron que el cáncer estaba unido a la contaminación ambiental y sus inquietudes comenzaron a impactar en el conocimiento público. Pero con el crecimiento de las políticas conservadoras y debido a los esfuerzos de las grandes corporaciones en ignorar la importancia de las sustancias químicas y radiaciones en las causas del cáncer, se nos presenta el cáncer como un problema individual. El mensaje es que el estilo de vida y los factores genéticos determinan el riesgo personal de desarrollar un cáncer.

El énfasis puesto en la responsabilidad personal ha alcanzado proporciones absurdas. A menudo medios populares y algunos amigos y profesionales de salud les preguntan a las personas con cáncer “¿por qué han contraído esa enfermedad?” y por qué les cuesta tanto “ponerse bien”. Mientras la gente que tiene cáncer debería ser estimulada para no sentirse como víctima y hacer todo lo posible para fortalecer su sistema inmunológico (algo difícil cuando los tratamientos dañan el sistema inmunológico), las dimensiones socio-políticas, económicas y ambientales han sido casi completamente dejadas de lado. “Culpabilizar a la víctima” es una manera conveniente de evitar cuestiones y asuntos más grandes y más importantes.

Una cantidad de factores han sido unidos al cáncer del mama: edad (el riesgo aumenta con la edad); un pariente consanguíneo cercano (madre, hermana, hija) con cáncer del mama; primera menstruación temprana; menopausia tardía; no haber tenido hijos o haber tenido el primer embarazo tarde en la vida; y la educación y estatus socioeconómicos elevados. Sin embargo, para la mayoría de las pacientes con cáncer del mama (70 a 80%) su enfermedad no está claramente ligada a ninguno de estos factores. Además, solamente del 5 al 7% de casos de cáncer del mama son hereditarios, haciendo las investigaciones y el descubrimiento de “genes de cáncer del mama” irrelevantes para la gran mayoría de pacientes.

Otras investigaciones sugieren que el desarrollo de cáncer del mama probablemente depende de un complejo interjuego entre las exposiciones a los factores ambientales, las predisposiciones genéticas y la actividad hormonal. Sin embargo algunos dicen que la contribución de la contaminación ambiental es demasiado pequeña para preocuparse. Pero como Rachel Carson escribió en 1962, recibir repetidas dosis pequeñas de un cancerígeno (una sustancia que causa el cáncer) puede ser más peligroso que una sola dosis grande: “Laúltima puede destruir células instantáneamente mientras que las dosis pequeñas les permiten a algunas sobrevivir aunque con alteraciones y daños. Estas últimas pueden desarrollarse como células cancerosas. Esa es la causa por la que no hay dosis inocuas en cancerígenos”.1 Una gran proporción del cáncer del mama no es hereditario, así que el medio ambiente y las condiciones de vida probablemente son los factores de mayor responsabilidad en el aumento de incidencia en los últimos cincuenta años. El riesgo que tiene una mujer durante su vida de tener un diagnóstico de cáncer del mama ha subido de 1 a 22 en 1940 hasta 1 a 7 hoy.

Debido a los esfuerzos de las activistas del cáncer de mama en los EEUU, se han invertido grandes sumas de dinero en investigaciones, pero solamente una pequeña parte de los mismos se dirige a prevención. La mayoría está orientada hacia los programas de diagnóstico precoz y tratamiento. Además, las investigaciones sobre los mecanismos celulares de desarrollo del cáncer, hacia los que se dirigen la mayoría de los esfuerzos de prevención, no son fácilmente trasladables a las estrategias de prevención.

Las mujeres activistas de los EEUU y Canadá han sido críticas con las posiciones sobre el cáncer que ignoran los aspectos sociopolíticos y económicos del problema. Nos hemos visto obligadas a criticar las corrientes principales de los sectores ofi ciales del cáncer por su rechazo a reconocer la importancia de la polución ambiental. En 1996, una publicación del “Harvard Center for Cáncer Prevention” resumía los conocimientos corrientes acerca de las causas del cáncer. El informe pretendía sostener que sólo 2% de las muertes podría atribuirse a la polución ambiental. Sin embargo, la defi nición de polución ambiental era muy limitada y no incluyó los factores ocupacionales, la radiación, los aditivos en los alimentos ni el agua contaminada.2

Las activistas en el movimiento de mujeres contra el cáncer, pensamos que la defi nición de “medio ambiente” debería ser más amplia e inclusiva: el medio ambiente incluye no solamente el aire, agua, y tierra, sino también nuestras dietas, procedimientos médicos y condiciones de vida y de trabajo.

Un importante factor a tener en cuenta en el caso del cáncer del mama es que cuando una mujer se muda a un país diferente de su país de origen, después de una generación va a tener los mismos riesgos de adquirir la enfermedad que las mujeres del nuevo país. Es decir, las proporciones del cáncer del mama varían signifi cativamente en diferentes entornos ambientales.3

También sabemos que hay una bien establecida conexión entre el riesgo de cáncer del mama y la exposición a estrógenos. Durante los últimos años se han hecho estudios para ver si ciertos químicos, conocidos como xeno-estrógenos (substancias químicas que pueden afectar la producción y el metabolismo de los estrógenos naturales) pueden ser responsables, en parte, por el incremento de este tipo de cáncer. La doctora Devra Lee Davis y otros sugieren que estas sustancias incrementan el riesgo del cáncer del mama por una variedad de mecanismos. Estos xeno-estrógenos incluirían los compuestos clorados (como DDT, PCBs), muchos pesticidas, hidrocarburos aromáticos policíclicos, herbicidas con triazina, varios plásticos y algunos productos farmacéuticos. Muchos de estos compuestos han sido encontrados en los tejidos grasos de los mamas.4

Las críticas a las hipótesis de los xenoestrógenos como causantes de cáncer sostienen que los efectos de estos compuestos no han sido probados científi camente, que podría ser una idea interesante pero que no hay en absoluto pruebas científi cas. Sin embargo, según un informe publicado en 2004 “La Evidencia: Cuál es la conexión entre el ambiente y el Cáncer del Mama?”, hay bastante información que sugiere que esta hipótesis debe ser considerada seriamente.5

De todos modos, debiéramos preguntarnos: ¿Cuál es la prueba apropiada para que esto llegue a ser asunto de salud pública? ¿Tenemos necesidad de esperar hasta que contemos cuerpos muertos, hasta que los científi cos desarrollen el experimento perfecto que muestre la prueba absoluta? No.

Lo que necesitamos es revertir la carga de la prueba y ponerla sobre los que contaminan nuestro ambiente. Ellos son los que deben probar que no están produciendo ningún daño, en lugar de tener que demostrar nosotras (el público), con total certeza, que nos están dañando.

El Principio de Precaución es un principio de salud pública adoptado en Europa, e introducido al público en los EEUU en una declaración en 1998 por un grupo de científi cos, activistas, funcionarios del gobierno y abogados dedicados a la prevención de daños al medio ambiente y a nuestra salud.

Este principio supone que: “Cuando tememos que una actividad pueda causar daño a la salud o al medio ambiente, las medidas de precaución deberían ser tomadas aún si algunas relaciones entre causa y efecto no han sido totalmente establecidas científi camente”.

En el año 2003 la ciudad de San Francisco estableció una ordenanza del Principio de Precaución que señala: “es una cuestión política desarrollar leyes para tener una ciudad más sana y justa.”

Los elementos esenciales del Principio de Precaución incluyen:

  • Acciones Anticipadas: la obligación de realizar acciones anticipadas para prevenir el daño.
  • Derecho a Saber: el derecho de la comunidad a tener información completa y exacta sobre el impacto de los productos, servicios, etc., sobre la salud y el medio ambiente.
  • Evaluación de Alternativas: la obligación de examinar todas las alternativas que existen.
  • Informar Sobre Todos los Costos: la obligación de considerar todos los costos previsibles en todos los niveles de la organización, incluyendo el costo a la salud pública
  • Proceso de Participación en Tomar Decisiones: las decisiones sobre la aplicación del Principio de Precaución deben ser transparentes, participativas, y distribuídas mediante los mejores medios posibles.

Sin embargo, en lugar de verdadera prevención del cáncer del mama lo que se ofrece hoy a las mujeres es una “quimioprevención”, prevención con sustancias químicas. Las mujeres que no tienen cáncer son alentadas a tomar tamoxifeno, una píldora para prevenir la recurrencia del cáncer del mama en pacientes que lo han padecido. El tamoxifeno es causa de cáncer de hígado en ratas, cambios en el hígado en todas las especies testadas y se sabe que incrementa el riesgo de cáncer de útero. De hecho, la Organización Mundial De La Salud (WHO) ha clasifi cado al tamoxifeno como cancerígeno. ¿Tiene sentido dárselo a mujeres sanas? ¿O es este un caso de sustitución de un tipo de cáncer por otro?

Los grupos de mujeres que trabajan contra la epidemia del cáncer del mama siguen insistiendo sobre la realización de investigaciones orientadas a una verdadera prevención y a la aplicación del Principio de Precaución. Este principio toma una posición práctica sobre los riesgos ambientales en la salud. Toma en cuenta estudios del potencial para dañar la vida y aporta una perspectiva más holística e interdisciplinaria en las ciencias. Simplemente sostiene: si no hay sufi ciente evidencia, para no cometer daño, debemos optar por tomar precauciones. El Principio de Precaución ofrece un nuevo y más completo punto de vista que podemos usar en nuestras vidas como activistas comprometidas para prevenir el daño al medio ambiente y a la vida humana.

Hablemos de formas específi cas de eliminar del medio ambiente las sustancias sospechosas de causar cáncer y usemos el Principio de Precaución como nuestra guía estratégica. Sólo un punto de vista orientado a la prevención nos posibilitará frenar el avance de la epidemia de cáncer y hacer posible un futuro sano para nosotras y las generaciones futuras.

BIBLIOGRAFÍA

1. Carson, Rachel. “Silent Spring”. Fawcett World Library. 1962. p.206.
2. Arditti, Rita and Tatiana Schreiber. “Breast Cancer: The Environmental Connection-AN 1998 UPDATE” in Reconstructing Gender: A Multicultural Anthology edited by Estelle Disch. Mayfi eld Publishing Company. 2000 pp 463-473.
3. Brody, Julia G. and Ruthann Rudel. “Environment Should be a Priority for Breast Cancer Research” in Genewatch, January 1999, Volume 11, No. 5-6, pp 13-15.
4. Davis, Devra Lee and H. Leon Bradlow, “Can Environmental Estrogens Cause Breast Cancer”? in Scientifi c American, October 1995, pp 166-172.
5. Davis, Devra Lee, Deborah Axelrod, Lisa Bailey, Mitchell Gaynor and Annie J. Sasco. “Rethinking Breast Cancer and the Environment: The Case for the Precautionary Principle.” in Environmental Health Perspectives, Volume 106, Number 9, September 1998. pp 523-529.
6. Breast Cancer Action, “State of the Evidence: What is the Connection between Breast Cancer and the Environment,” pp 25-28. www.bcaction.org/
7. Brenner, Barbara A. “Sister Support: Women Create a Breast Cancer Movement” in Breast Cancer: Society Shapes an Epidemic, edited by Anne S. Kasper, PhD, and Susan J Ferguson, PhD, St. Martin’s Press: New York. 2000. pp 325-353.
1 Saber Es Poder—Edición No. 13, 2004

 

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