Mujeres y Salud - Revista de comunicación cientifica para mujeres
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La chica de la maleta roja
Leonor Taboada

Tac,tac... No, no es Avón que llama a tu puerta. Son las chicas de la maleta roja que prometen una tarde especial a un grupo de amigas. Ultimamente, las mujeres se reúnen en casas o se apuntan en locales para conocer “juguetitos” que, a solas o con parejas, pueden “removerte” la vida sexual. La gracia está en que mientras se van curioseando las llamativas esponjas sumergibles, los polvos comestibles con suaves plumeritos, los aceites que sugieren morbosos masajes, las bolas que a la vez que entretienen mejoran la musculatura pélvica cual recomendable ejercicio de Keggel, los libros con titulares provocativos pues... pues se ríe y se habla de todo.

Y héte aquí que, mientras se exploran los distintos formatos, texturas, colores y tamaños en los que puede presentarse un artilugio vibrador con o sin control remoto, con el suave run run de fondo de las pilas de los aparatos, se acaba hablando de relaciones de pareja, de situaciones sentimentales, de anticoncepción, de prevención de enfermedades de transmisión sexual o de ejercicios físicos...

Los juguetes sexuales para mujeres han perdido su mala fama desde que nadie piensa en ellos como “consoladores”. Son, si acaso, detonantes o “mediadores” entre una con otro u otra, o con una misma. Un apoyo para estimular los órganos de los sentidos y las fantasías –que las fantasías merecen salir de su escondite– y todo esfuerzo por dejarlas retozar será recompensado, acaso, con renovadas películas mentales.

Me han contado que en algún curso de formación de mi ciudad para “la animación- socio-cultural de la tercera edad”, prohiben incluso hablar de sexo entre y con los más que adultos “atrapados” en esos programas. La paradoja de los “tupper sex” o maletas rojas es que muchas de las mujeres que se interesan por ellos han superado bien bien la adolescencia.

Ay de mi, si no cambian las cosas en mi ciudad: que en la tercera edad ya me veo expulsada del centro de día por indecente y por corrupción de mayores. Porque, más que seguro que me encontrarán en el bolso un artilugio último modelo y con mando electrónico, en el lugar reservado al pastillero.

 

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