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Coalescencia de los labios menores
Enriqueta Barranco Castillo, Médica Ginecóloga. Hospital Universitario San Cecilio. Facultad de Medicina. Universidad de Granada

La coalescencia de los labios menores se caracteriza por la desaparición parcial de la hendidura vulvar, adhiriéndose los labios menores del clítoris en la línea media.

Este problema recibe diversas denominaciones. Así, en la literatura médica anglosajona se habla de fusión labial, en la francófona y latinoamericana, de coalescencia vulvar. Entre nosotros se refiere como adherencia o adhesión de los labios menores, aglutinación o conglutinación de los labios menores, sinequia vulvar, vulvitis adhesiva y hasta algunas madres, preocupadas por la información que en algunas ocasiones reciben en las consultas pediátricas, pueden llegar a decir que sus hijas tienen una sinequia vaginal, término inexacto, porque el proceso al que nos estamos refiriendo no implica la participación de la vagina.

Hacia los años 1940, se pensó hasta que se trataba de un defecto congénito - malformación. Pero no es así, sino que es una situación que se manifiesta en la primera infancia y su causa puede discutirse, como veremos más adelante.
Cuando se le atribuían características de malformación congénita, pediatras, especialistas en ginecología y en urología se mostraron inseguros ante la conducta a seguir. Actualmente el panorama debería ser diferente.

La mayoría de las sinequias labiales se suelen observar antes de los dos años de vida, y su proporción va descendiendo conforme aumenta la edad, algo en lo que también influyen ciertos hábitos "higiénicos" que se efectúan a modo de ritual sobre la vulva infantil.

Si revisamos las publicaciones relacionadas con el tema, comprobaremos que su frecuencia de aparición no es muy elevada. Entre 130 casos estudiados por Fischer, sólo tres niñas la presentaron. También hay que señalar que, según Zeiguer, una gran proporción de niñas no padecen ningún tipo de síntomas. Y, en algunas, la fusión labial puede originar dificultades en la evacuación de la orina, que en ocasiones puede retenerse en la vagina, dando lugar a inflamaciones localizadas en este área. Muchas niñas son diagnosticadas de "cistitis" y tratadas por este motivo, cuando el examen adecuado de sus genitales externos evitaría el equívoco*. La "quemazón y el picor" pueden ser quejas habituales en las niñas, portadoras o no de la adhesión vulvar.

Cuando miramos una vulva afectada por coalescencia de los labios menores (Figuras 2 y 3), podemos observar cómo estos se hallan unidos total o parcialmente, dependiendo de si se trata de una adhesión completa o incompleta. La hendidura vulvar aparece como una ligera depresión en la línea media, entre los dos labios mayores. En casos excepcionales el orificio urinario y la vagina quedan ocultos por la sinequia, y puede ser necesario tirar un poco de los labios mayores para poder identificar las estructuras vulvares.
Entre las causas que pueden dar lugar a la sinequia vulvar o adhesión de los labios menores, la más representativa, y también la más razonable dada la fisiología de la niña, es la carencia relativa de estrógenos durante la primera infancia, ya que la sinequia no se observa en las niñas recién nacidas, momento en el que en el cuerpo de éstas quedan importantes cantidades de esta hormona, remanentes de la sangre materna. Esta teoría se vería corroborada, según Zeiguer, por el hecho de que la mayoría de los casos que "no son descubiertos" porque no dan molestias o porque no se le atribuye importancia alguna desde el punto de vista clínico, y se dejan a su libre evolución, "curan" espontáneamente cuando comienzan a aparecer niveles de estrógenos en sangre más elevados, lo que sucede antes de la aparición de la primera menstruación, el período denominado premenarca.

En otras niñas, sin intervención médica alguna, se observa la desaparición de la coalescencia conforme se van haciendo mayores y los hábitos higiénicos cambian. Queremos dejar sentado que en muchas ocasiones, según lo observado por Wolf y Esser-Mittag, el cambio poco frecuente de los pañales o el excesivo celo en el cuidado de los genitales infantiles, en los que se aplican pomadas en cuya composición puedan entrar agentes irritantes, del tipo del óxido de zinc, parece desempeñar un factor decisivo en la aparición de la coalescencia de labios menores.

En cuanto a la actitud a seguir en estos casos siempre es decisivo no intervenir en demasía. En primer lugar, siguiendo a Zeiguer, desaconsejamos recurrir a cualquier maniobra de separación manual o quirúrgica, por ser traumática y facilita, además, el que se vuelva a producir la adhesión, sobre todo la separación que se realiza a edades muy tempranas. Si la coalescencia es parcial y no provoca molestias no hay porqué hacer nada, pues la separación se realiza de forma espontánea al llegar la menarquia.

Algunos autores recomiendan la aplicación de cremas estrogénicas, hasta conseguir la separación de los labios y vitamina A para evitar su fusión de nuevo, algo que ya preconizó Aribarg en 1975. Pero a nuestro modo de ver, la administración de estrógenos, aunque solo sea localmente, deberá reservarse para aquellos casos en los que los síntomas que las niñas presenten las haga tributarias de ello, no debiendo introducirse esta práctica, de forma rutinaria, en las consultas pediátricas, porque no se ha demostrado su inocuidad y porque quizá, lo que sería deseable es adoptar medidas higiénicas que evitaran la irritación de un área del cuerpo femenino infantil, cuya situación fisiológica de hipoestrogenismo la predispone a irritaciones. A ello contribuyen algunas costumbres erróneas, tales como la aplicación masiva de "pomadas antiescoceduras," y otras medidas, o el uso de los pañales "superabsorbentes" que pueden quedar sin recambiar demasiadas horas.

Sobre los genitales femeninos es fácil decidir intervenciones, sin oposición consciente de quienes las van a padecer, en aras de un beneficio poco demostrado ni avalado por la experiencia clínica. No olvidemos que las diferentes clases de ablación genital, tan tenida en cuenta hoy día, y tan desdeñable, también se hace para favorecer la salud de las niñas, aunque su planteamiento teórico esté totalmente falseado.

* El diagnóstico de cistitis en las mujeres, ya desde la infancia, es el más erróneo de cuantos en medicina se pueden hacer, y al que siempre se debe prestar una detenida y crítica atención, porque cuando se hace, casi nunca se tienen en cuenta las condiciones anatómicas y fisiológicas, normales o alteradas por agentes externos, que actúan sobre el mismo. Este es quizá el primer ejemplo de sesgo de género que las mujeres podemos padecer desde nuestro nacimiento, pero será algo que perdurará en nuestras vidas adultas, haciéndonos "victimas de nuestras supuestas cistitis y otras condiciones análogas."

Bibliografía

> Aribarg A. Topical oestrogen therapy for labial adhesións in children. Br J Obstet Gynaecol 1975; 82 (5): 524- 525.
> Bacon JL. Prepuberal labial adhesions: evaluation of a referral population. Am J Obstet Gynecol 2002; 187 (2): 327-332.
> Fischer G, Rogers M. Vulvar disease in children: a clinical audit of 130 cases. Pediatr Dermatol 2000; 17 (1): 1 - 6.
> Sersiron D. Examination of the vulva of small girls. A too often neglected examination. Sem Ho 1978; 54 (17-20); 669 - 673.
> Wolf A, Esser-Mittag J. Ginecología pediátrica y juvenil. Atlas y guía para la consulta. Barcelona: Edimsa S.A., 2000, pp. 162-163.
> Zeiguer B. Ginecología infanto juvenil. Buenos Aires: Panamericana, 1987, pp. 160-163.

 

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