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Medicalización y movimiento de salud de las mujeres: la modesta diferencia
Judy Norsigian, Directora ejecutiva "The Boston Women's Health Book Collective"

A lo largo de los años, muchas mujeres activistas en salud han criticado el fenómeno de la medicalización mediante el cual aspectos de la vida de las mujeres que no son intrínsecamente de naturaleza médica- como la menopausia, el parto o la sexualidad- se definen cada vez más dentro de la esfera médica; además, cuantas más mujeres se oponen a los modelos de género impuestos más aumenta de diagnósticos de "depresión" y su tratamiento con antidepresivos. Por otra parte, se requiere mucho trabajo aún para establecer prioridades de investigación para avanzar en el conocimiento real de la salud y el bienestar de las mujeres; por ejemplo, todavía nos queda mucho por saber del impacto del medioambiente en muchos de nuestros problemas de salud.

Controlar el exceso de medicalización en nuestras vidas y establecer la necesidad y validez de ciertos tipos de investigación, es todavía un reto. También necesitamos entender cuándo es mejor buscar atención médica que "esperar y ver", o utilizar cuidados caseros.

A medida que los profesionales médicos han ganado influencia sobre las mujeres, y las mujeres hemos buscado en ellos la validación de quiénes somos o qué debemos sentir, el fenómeno de la medicalización se ha extendido. Existe, además, una alianza no confesada entre instituciones no médicas y ciertos profesionales médicos, como es el caso del aumento actual de la cirugía estética.

Muchas adolescentes son empujadas a aumentarse los pechos desde los shows televisivos. En USA la cirugía plástica es la especialidad médica que más crece.

La medicalización de la vida de las mujeres sirve para aumentar los beneficios de la industria. Si más mujeres con malestar premenstrual lo ven como "desórden disfórico premenstrual" utilizarán Prozac para "tratar" la "enfermedad", como ya se hace en USA (bajo el nombre de Sarafem). Es interesante que la Unión Europea no autorice el marketing de este medicamento para este propósito, puesto que la categoría de "desorden disfórico premenstrual" aún no ha sido aceptada como legítima categoría de "desorden" , "enfermedad" o "trastorno" de salud, en Europa.

Otro ejemplo son los medicamentos para suprimir la menstruación. Aunque algunas mujeres con dismenorrea grave puedan beneficiarse mucho de tener sus períodos sólo unas pocas veces al año, el marketing de la supresión menstrual con medicamentos sugiere que la mayoría de las mujeres no tendrían que tener "la lata" de la regla y prefieran suprimirla, aunque poco sabemos de los efectos a largo plazo de esta práctica.

Como el periodista Ray Moynihan y otros han señalado, estamos en la era en la que la "creación de enfermedades esponsorizadas por empresas" contribuye a medicalizar aún más nuestras vidas.

El lanzamiento del sildenafil (Viagra) en 1998 provocó un intenso interés por crear un producto similar para mujeres. Desde entonces, aparecen más y más artículos sobre la "disfunción sexual femenina" y la necesidad de su "tratamiento" biomédico. Raramente los medios de masas dedican tanta atención a las cuestiones no médicas que pueden tener gran incidencia en la satisfacción de nuestra vida sexual- por ejemplo, el conocimiento de la anatomía sexual, la clase de estimulación más satisfactoria, la capacidad para comunicar nuestras necesidades sexuales a nuestras parejas.

En la Octava Edición de nuestro libro "Our bodies, Ourselves" ("Nuestros Cuerpos, Nuestras Vidas") que está a punto de salir en coincidencia con nuestro 35 aniversario, reconocemos la importancia crucial de ayudar a las mujeres a entender cuándo y cómo la medicalización de nuestras vidas no nos da ningún beneficio. La medicalización no sólo lleva a tratamientos innecesarios- a veces con resultados lesivos-: también sirve para oscurecer las raíces sociales, económicas y medioambientales de la enfermedad.

Más que nunca, los determinantes de mala salud, la pobreza, la falta de techo, el hambre, necesitan nuestra atención. Será difícil mantener el foco en nuestras preocupaciones más perentorias, pero esa es la razón por la que el movimiento de salud de las mujeres persiste en el planeta.

Nuestros esfuerzos colectivos pueden y marcan una diferencia, aunque sea modesta.

 

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