Lo acaba de decir Robert Edwards, el �padre� de Louise Brown, la primera niña probeta: los embarazos múltiples producidos por indiscriminados tratamientos para estimular la fertilidad , son un error médico. Pueden y deben evitarse. Sin embargo, esta irresponsabilidad médica que pone en peligro la vida de las madres y los hijos y la calidad de vida de los sobrevivientes, se practica con frecuencia e impunidad y hasta consigue aparecer, con la colaboración sensacionalista y frívola de muchos medios de comunicación, como un milagro médico.
¿Habrá alguna vez en nuestro país un control de estas arriesgadas técnicas de reproducción que castigue a quienes cometen semejantes barbaridades?
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