En el tiempo larguísimo, ya lo sé, que hemos tardado en hacer del boletín Nº 0 de MYS, esta casi revista MYS Nº 1, mi ánimo ha pasado por espectaculares vaivenes.

Mirar el mundo con ojos de mujer no es gratis. Si crees que mientras no haya un espacio universal compartido entre las unas y los otros, no habrá manera de avanzar en la armonía de este loco mundo, si miras todo lo que falta, después de tantos años de esfuerzos, para que las mujeres puedan participar plenamente en el diseño del rumbo de la sociedad, es lógico notar un nudo de piedra en el estómago.
Momentos en los que pesa como una losa constatar lo dura que es la vida de millones de mujeres todavía, el ímpetu de la globalización del neoliberalismo feroz, la creación de la inocente, y sin embargo tan inquietante hermana Dolly, la furia de la industria farmacéutica y genética, la persistencia de la violencia de género.

Pero mirar con ojos de mujer también es un lujo que hace latir el corazón con brío. Porque no nos rendimos. Porque en el mundo entero hay innumerables mujeres trabajando para recobrar o inaugurar, quién sabe y qué más da, un digno y gozoso equilibrio.

La potencia existe, pero no es consciente de sí misma, de su fuerza. Las redes sirven para eso, para sentir que cada esfuerzo que haces por ti y por las otras hace de la red un manto protector, sólido y colorido para todas.

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