MISOGINIA
<Juan
José Millás>
El País,
30-05-2003
Si la discusión
respecto a Todas Putas es si debe prohibirse su publicación,
conviene apresurarse a manifestar que no.
Pero tampoco
debe prohibirse el derecho a criticar el libro ni a poner en evidencia
el entorno político de su editora, que, quizá por
una coincidencia desgraciada, se ha mostrado históricamente
tibio a la hora de condenar la violencia de género.
Resulta increíble
que el hecho de mostrarse en desacuerdo con un libro se interprete
a estas alturas como un apoyo a la práctica de la censura.
Es evidente que la actividad editorial, como la pesca, la caza,
el bricolaje o la jardinería, no debe tener otros límites
que los que marca la ley.
Se me ocurre
un ejercicio de ficción tan defendible como los que aparecen
en Todas putas supongamos que un simpatizante de ETA publicara
un cuento cuya acción se redujera al asesinato de concejales
del PP y del PSOE por parte de su protagonista. Imaginemos que el
autor calificara de muy sano el odio a esos partidos políticos.
Puestos a suponer (no es fácil, pero hagamos un esfuerzo
de imaginación), supongamos que el cuento fuera tan malo
como El Violador, de Migoya, y que tuviera la misma complejidad
moral, o sea, ninguna. No vamos a llevar el ejercicio de ficción
al extremo de que el editor del cuento fuera Ministro del Interior
por miedo a resultar inverosímiles y para que no nos tachen
de delirantes.
Hagamos ahora
el mismo ejercicio imaginario con un nazi que publicara un libro
de cuentos cuyos protagonistas gasearan judíos, con un racista
cuyos personajes asesinaran negros, con un homófobo en cuyos
relatos se maltratara a los homosexuales...¿Seríamos
tan solidarios con el terrorismo de ficción y el nazismo
de ficción y el racismo de ficción y la homofobia
de ficción como con la misoginia de ficción?. Lo dudo.
El problema es que mientras no nos demos cuenta de que las mujeres
son al misógino lo que el español al etarra y lo que
el judío al nazi y lo que el negro al racista y lo que el
homosexual al homófobo, es decir, mientras la misoginia no
nos produzca el mismo espanto que el terrorismo, el nazismo, el
racismo y la homofobia, las mujeres continuarán cayendo como
moscas.
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